Bien se sabe que con fines creativos Francisca Sutil ha experimentado una amplia gama de las posibilidades del papel, a la vez como soporte y como otro protagonista de su obra. Un completo panorama, pues, de los logros conseguidos con ese medio está ofreciendo Galería Patricia Ready. En sus dos recintos principales -algo poco habitual- encontramos, por lo tanto, dibujos, grabados, acuarelas, tintas, gouaches , pasteles y óleos correspondientes a más de 40 años de labor. Sin embargo, ya desde los primeros trabajos (1973-1980) emergen un recio vigor formal y una perseverancia anímica que uno no espera tan tempranamente. Entre los balbuceos temáticos de ese período se suceden desde los remanentes figurativos sin color -síntesis del sexo femenino, desnudos, un retrato- hasta el abandono progresivo de lo reconocible. Si entre las abstracciones se incluye la pureza de dos poderosos estudios de luz en blanco con negro, asimismo se suman armoniosas interpretaciones acuáticas o, fiel reflejo de aquel tiempo tormentoso, las fotocopias con una noticia periodística intervenida con manchas rojas y esas netas siluetas blancas con apariencia de maniquíes de tiro. No obstante, de entonces se impone la magnífica serie de xilografías 1976-1977, protagonizada por una auténtica humanización monocromática de la entraña de la madera. Así, el proceso convierte la regularidad de sus vetas sucesivas en tejido orgánico, capaz de encarnarse en una especie de sufriente crucificado -genuina imagen-, en expresión corporal, en ojos y cerebro o este último inscrito en un corte de leño.
La etapa 1984-1988 trae interesantes desarrollos abstractos con preponderancia geométrica y donde las muy bien manejadas coloraciones se enriquecen por medio de la textura del soporte y su peculiar sensualidad táctil. En cuanto a las pinturas de 1997-2008, algunas circulares, se agregan sobre todo las dispuestas en bandas verticales; de uno u otro tipo, unas pocas mantienen el aura del pigmento al agua o bien llegan a invadirse una a otra, generando audaz incertidumbre visual. Pero la mayoría continúa el desarrollo seguro, sin vacilaciones, de la artista. Su cromatismo refinado, de luminosidad radiante y acordes sumamente personales, decanta en ciertos trabajos particularmente hermosos. Anotemos, por ejemplo, los que llevan los números 48, 49, 56, 57.
Con voluntad gráfica, la reiteración, la multiplicación en series de una especie signo, al comienzo quizá asociable a una huella dactilar, marca los años 2009 a 2014. Tanto en tinta china como mediante pigmento o grabado, esa pequeña unidad formal y argumental se despliega en decenas de variaciones siempre llenas de un dinamismo cambiante y con exquisita economía del color, operando cierta vaga sensación de movimiento en el ojo del espectador. Quizá, ¿un modo renovado de interpretar el op art? Por otro lado, a veces, las repeticiones de la enigmática forma parecen transformarse en insinuaciones de un paisaje campestre -N° 20 y 21-, llegando a saturar el soporte por completo -N° 24 sobre todo-. También alcanza a hacernos entrever gotas de agua que transitan hacia visiones florales o, inclusive, biológicas. La evolución de ellas lleva, durante 2014, a formatos todavía mayores y dotados de irisaciones sutilísimas. La postrera tinta china expuesta en la galería deriva en una inesperada metamorfosis rumbo a lo reconocible. En efecto, el signo fundamental va pasando, dentro de las filas inferiores de la composición, a una inquieta figura capaz de vincularse con residuos arbóreos. La antigua imagen del leño cuatro décadas anterior pareciera querer recuperarse. ¿Podría esto interpretarse como nuevo horizonte abierto a la fuerte voluntad creadora de la artista?
La voluntad del silencio
A lo largo de más de cuarenta años, el panorama en papel de la obra de Francisca Sutil
Lugar: Galería Patricia Ready
Fecha: hasta el 25 de noviembre