Ha sido demolido otro hito arquitectónico del Movimiento Moderno: el Hogar Hipódromo Chile (1942), obra de Enrique Gebhard y Jorge Aguirre. Fue una suerte de eutanasia anticipada, ya que sus dueños habían ido asfixiando poco a poco sus características espaciales, como el mural del mexicano Xavier Guerrero. Sin embargo, su magnífica escalera de caracol y sus fachadas vidriadas mostraban que aún latía con vitalidad su arquitectura.
El edificio no solo debió conservarse por sus valores estilísticos. Aunque nunca fue usada para sus fines originales, la obra era representativa de un breve momento histórico en que decididamente se optó por la provisión estatal del bienestar público. El programa de Pedro Aguirre Cerda de "Defensa de la Raza y Aprovechamiento de las Horas Libres" tenía a la raza como el capital humano de la nación y a las horas libres como el descanso obrero productivo, un engranaje más de la maquinaria moderna. Se pretendía una profunda reforma de las clases preteridas con el reemplazo no solo ideológico, sino material de la calle por el parque y de la cantina por el bar lácteo. En construcciones de estética moderna y racionalista, una raza renovada descansaría y fortalecería el cuerpo, entre jardines, talleres y baños de sol.
El edificio ya destruido era hermano del Hogar Parque Cousiño (1941), obra también de Jorge Aguirre y Gabriel Rodríguez. Más grande y monumental, este se intentó recuperar durante la Unidad Popular para ser integrado al parque como Museo de la Solidaridad. Después del Golpe quedó en manos de CEMA Chile, para terminar como propiedad de una universidad privada. El mismo desmantelamiento paulatino pero constante ha vejado sistemáticamente al Hogar del Parque. Se sacó el valioso friso de Tótila Albert, se alteraron fachadas, se bloquearon espacios, se adosaron volúmenes, se reemplazaron ventanas y puertas sin consideración material. Quizás sea una estrategia para que nos vayamos desprendiendo de esos edificios, que fueron hechos para el público y que nos han sido arrebatados.