Dicen que "Jalisco nunca pierde", viejo dicho popular. Parece que es así, ya que cuando no gana a lo menos empata. El domingo 23 de octubre, en la elección municipal hubo dos votaciones: la elección de alcaldes y de concejales. La derecha ganó la elección de alcaldes, y la Nueva Mayoría ganó la elección de concejales. Eso es un empate aquí y en Burundí.
No obstante lo anterior, se ha instalado en la opinión pública la derrota político-electoral de la Nueva Mayoría. En mi opinión, y aunque resulte paradojal, hemos tenido una derrota política pero no una derrota electoral.
Vamos por parte. Donde todos fuimos derrotados es en la participación. Algunos analistas sostienen que es propio del voto voluntario, pero en el caso de Chile es aún más grave considerando que votó solo el 34% y hubo 800 mil electores menos comparados con la municipal del 2012. Ateniéndonos a la clasificación que se utiliza desde el año 2004, cuando por primera vez se eligieron alcaldes y concejales por separado, y que establece cuatro indicadores, los resultados finales fueron los siguientes: la derecha obtuvo 144 alcaldes con el 38,45% de votos. La vez anterior, 126. La Nueva Mayoría obtuvo 141 alcaldes con 37,05%, mientras que el 2012 obtuvo 168 alcaldes con el 43,59%. Aquí está la derrota política objetiva. Obtuvimos como Nueva Mayoría, menos votos, menos porcentajes y menos alcaldes. Aquí va el 2-0 hasta ahora de la derecha.
No obstante, en concejales la derecha obtuvo el domingo antepasado 916 concejales con el 39,49% de los votos, y en la elección anterior alcanzó a los 967 concejales, con el 40,47% de los votos. Por otra parte, la Nueva Mayoría obtuvo 1.208 concejales con el 47,1% de los votos; y la vez anterior obtuvo 1.180 concejales con el 50,5% de los votos. Aquí está el 2-0 de la Nueva Mayoría. Resultado final: empate a 2.
Lo anterior en lo electoral, pero políticamente la derecha nos ganó objetiva y subjetivamente. El triunfo objetivo de la derecha es nuestra derrota en número de alcaldes y en votación de estos. Un segundo triunfo objetivo de la derecha es que todos nuestros partidos, con excepción del Partido Radical, en la elección de concejales -que mide la correlación de fuerzas entre las colectividades- bajaron su votación. Pero, además ganaron en lo subjetivo, porque instalaron en la opinión pública las denominadas "comunas emblemáticas"; el porcentaje de población gobernada; y el triunfo en las capitales regionales. De esos tres objetivos, el último también fue un empate. Seis capitales regionales serán gobernadas por la derecha y seis por la Nueva Mayoría.
Pero vamos a las comunas emblemáticas. La derecha puso como objetivo "recuperar" Santiago, Providencia, La Reina y Maipú. La historia político-electoral de esas comunas es diferente. Santiago siempre tiende al empate entre las dos grandes coaliciones. De hecho ha sido gobernada por ellos, y nosotros prácticamente en igual cantidad de años. Les recuerdo los nombres de Lavín, Zalaquett y Alcaíno. Es decir, hacer de Santiago el "Stalingrado" de la Nueva Mayoría fue un error. En el caso de La Reina y Providencia, por su historia político-electoral, equivale a "recuperar para la derecha" Zapallar, Cachagua y La Dehesa. En La Reina, el triunfo de la derecha se produce por una estupidez de la NM, porque esta última se dividió en dos candidatos que de estar unidos, otro hubiera sido el resultado. En Maipú la votación de la Nueva Mayoría se dividió entre un candidato rechazado por el bloque, por sus problemas judiciales, y otro que representó a la coalición. Caso aparte es el de Providencia, una vez más por su historia político-electoral. Lo anómalo fue el triunfo de Josefa Errázuriz el 2012, debido a una gran campaña que incluyó primarias, el traslado de electores y el peor candidato de la derecha en esa elección: Cristián Labbé, investigado por violación a los derechos humanos y que "se mandó" la gran frase de "la dueña de casa".
Todo lo anterior es lo que pasó el domingo 23. Pero, de acuerdo a los votos, que es lo más importante en una elección, que la derecha guarde la champaña. La elección de alcaldes es lo más parecido a una elección presidencial, porque los bloques concentran, en un hombre o mujer, el conjunto de sus fuerzas, y en esa elección la derecha le ganó a la Nueva Mayoría por menos de un punto y medio de votación. La elección de concejales, por su estructura y naturaleza, proyecta en términos generales, la futura elección del Parlamento. Y ahí la NM le sacó prácticamente 8 puntos de ventaja a la derecha. Tanto es así, que ya circulan estudios realizados sobre la elección de concejales y su proyección parlamentaria. Dichos estudios, en materia de senadores hablan de 12 legisladores para la Nueva Mayoría y 11 para la derecha. Y en materia de diputados, la elección de concejales proyectada también le otorga una ventaja a la NM.
En definitiva, cual "Jalisco", en contra de la hegemonía gramciana instalada, la Nueva Mayoría sufrió una derrota política, pero su fortaleza electoral, expresada en la poca diferencia en la elección de alcaldes y en la gran ventaja en la elección de concejales, sigue constituyéndose en una fuerza política y electoral relevante.