"Se le caldea el cerebro con tanta facilidad que saca los razonamientos en bruto y no se da cuenta". Es Raquel, única hermana de Julieta, perseguidas ambas por la desgracia: la muerte accidental del padre en Japón, el suicidio de la madre, el cáncer que se abate sobre Julieta, que no ha cumplido aún 20 años y se pregunta si tras la operación quedará como planta o como perro. Quizá es la misma sensación, en otro plano, de Martín Canossa, el protagonista del cuento más largo del libro, "Naturalezas muertas", cuando mira a su mujer y "vuelve a sentir que sobra dentro de su propio cuerpo, que es apenas un extra" en una historia que nunca, en realidad, fue suya. El desvalimiento y la vulnerabilidad son una constante en esta selección de cuentos de Alejandra Costamagna, que perfilan muy bien el estilo de una de las voces más destacadas de su generación: una cierta manera de rodear las cosas y desnudarlas a la vez; la habilidad para construir historias donde el final abierto es, a veces, un alivio; la sensibilidad para advertir grietas y quiebres en la superficie de la vida cotidiana; la precisión de una escritura que oculta, en su fluidez, un trabajo de relojería en las frases, en los párrafos, en los títulos, en la estructura de los cuentos.
La mayoría de los personajes protagónicos son mujeres y si no lo son, están también en el corazón de la historia. Ya se trate del abuso o del desengaño amoroso, de la cerrazón del horizonte o de los celos, de la presencia abrumadora o de la ausencia de alguno de los padres, de la maternidad frustrada o de la pasión filial, Costamagna indaga en una suerte de grieta, en un intersticio de la realidad, en un espacio que nunca termina de cerrarse. La vida cotidiana asoma en toda su fragilidad, en lo que no se dice, en lo que se escapa de las manos. "Tu sueño, mi vértigo, todo tu sueño duerme en mi vértigo", dice un personaje de un cuento profundamente inquietante que se juega precisamente en esa frontera, en lo que nadie dice, ni la narradora ni alguno de los personajes. "A decir verdad, nunca logró salir de los recuerdos", se lee en el mismo cuento, y pocas frases son tan expresivas de la grieta que se abre entre la realidad y las expectativas, entre lo que podría haber sido y la mano del azar, entre la fuerza del deseo -por ejemplo, el de "fabricar un niño"- y el implacable desmentido que resuena como un portazo en una casa vacía.
Alejandra
Costamagna.
Estruendomudo,
Lima, 2016.
112 páginas.