La declaración de la Villa Olímpica como Zona Típica celebra los valores arquitectónicos del Movimiento Moderno que produjeron tan notables ejemplos en Chile. Herederos de los principios de Le Corbusier, optaron por la innovación, las formas vanguardistas, racionales y bellamente eficientes. Sin embargo, su principal revolución consistió en el cambio de foco de la arquitectura, al poner como primera prioridad el problema de la habitación urbana abordado como una producción seriada.
El modelo no estuvo exento de críticas, especialmente cuando pecaba en excesos. Lotes muy extendidos que interrumpían la continuidad de la trama viaria; conjuntos muy poblados que hacían ingobernable la vida en comunidad; espacios comunes ambiguamente definidos y enormes vacíos que nunca reverdecían, eclipsando las sensaciones de seguridad y pertenencia.
Sin embargo, las "Remodelaciones Urbanas", "Villas" y "Unidades Vecinales" permitieron al Estado modificar el devenir de una ciudad que comenzaba a verse secuestrada por unas lógicas de mercado que expulsaban a los más necesitados hacia una periferia distante. Una contundente batería de institucionalidad pública -la Cormu, la Corvi y la Corhabit- permitió intervenir en sectores aventajados e integrar vivienda social y para la clase media. Se aseguró un estándar de alta calidad en términos tanto materiales como arquitectónicos, con propiedades que -a diferencia de los nuevos modelos de vivienda social- se valoraban en el tiempo y se convertían en un capital que transformaba drásticamente la vida de una familia. Sus mejores ejemplos, como la Villa Frei (construida por la Caja de Empleados Particulares), la Remodelación San Borja o la Unidad Vecinal Providencia, resultaron efectivos modelos de convivencia y repartición del espacio colectivo. La diversidad en los tipos de unidades -combinando casas, torres y edificios de media altura- y la dotación de equipamiento, permitió que se transformaran en barrios vitales y reales.
Por ello, estos conjuntos no solo debieran ser patrimonio arquitectónico, sino también intelectual: una experiencia pública de hacer buena ciudad de la que hay considerable aprendizaje, y que debiéramos retomar con todos sus instrumentos para corregir la apremiante desigualdad de nuestras ciudades.