Mucho se habla en psicología de la importancia de vivir el presente. Y es razonable, porque si en definitiva estamos en otro tiempo que el presente nos perdemos la vida. Cada día, cada hora, cada mes y cada año forman parte de nuestra historia y de nuestra identidad. Además, es el presente el que nos da oportunidades de cambio, cuando nos enfrentamos a lo nuevo y fracasamos o triunfamos. Es en el presente que aprendemos.
Sin embargo, la historia existe y pesa mucho. No es posible, como dicen algunos, que "empecemos de nuevo hoy". Podemos empezar a intentar nuevas actitudes ante lo que vivimos, podemos aprender a controlar impulsos que destruyen nuestras relaciones, podemos aprender a descansar y convertirnos de a poco en una persona pacífica. Podemos empezar a ver a los otros como una fuente de ayuda, apoyo y afecto.
Esa es la maravilla del presente. El cambio está ahí. Pero la magia no existe. Ni en la naturaleza ni en el ser humano. Un pasto seco por un invierno sin lluvia requerirá un tratamiento especial si su dueño quiere que crezca pasto útil para los animales. Un animal herido puede ser tratado y convertirse en el mejor reproductor de la granja. Eso no pasa si alguien no interviene para hacer los cambios.
Recorrer nuestra vida con calma, mirar el pasado sin miedo, a pesar de los dolores que surgen, sentir las miles de pérdidas que hemos vivido y que dejaron un hueco vacío y triste, recordar nuestros miedos, nuestros secretos, nuestras equivocaciones. Mirar cómo salimos adelante antes, cuando la vida se nos hacía pesada.
Todo aquello, aun lo que preferimos saltarnos en forma sistemática -o con mayor razón lo que queremos olvidar-, somos nosotros. La ilusión de borrar e improvisar cada día como una nueva vida parece esperanzador, creativo, optimista, pero es ilusorio.
Es comprensible que en un mundo difícil como el actual, las nuevas teorías del presente como único tiempo verdadero se hayan hecho populares. Es negar que el pasado nos determina. Y es un aporte.
Yo sugiero que aceptemos que la vida es con alegrías y dolor, con aciertos y equivocaciones, que el pasado somos nosotros, no otro. Lo que yo viví forma parte de quien soy. Eso nos permitirá cuidarnos mejor de lo que daña, y acercarnos más a lo que necesitamos.
"La ilusión de borrar e improvisar cada día como una nueva vida parece esperanzador, creativo, optimista, pero es ilusorio".