Para quienes tratan de bajar de peso, luego del Dieciocho y antes del fin de año, un consejo: no ver televisión los fines de semana. La programación de esos días tiene como fuerte los espacios de viajes, enfocados muchos de ellos en la cocina local. Tanto en los recorridos por los barrios como por los destinos desconocidos, la cocina ocupa el lugar principal de las imágenes.
A ellos hay que sumarles los espacios de chefs, cocineros y aficionados que recorren el país en busca de preparaciones, ingredientes o, simplemente, lugares donde comer cosas diferentes. Unos más y otros menos, como en todo, son un aporte.
Lo curioso es la moda, a estas alturas ya casi saturación, que se ha producido con la cocina en la televisión. Antes, dedicarse a la cocina o interesarse en ella era cosa de amas de casa. Incluso estaba mal visto que los jóvenes mostrasen mucha atención al tema. Era cosa de golosos, gorditos y de quienes veían un negocio en ello.
Hoy es casi un grado ser bloguero, tener un programa, usar las redes sociales y cualquier espacio que den las nuevas formas de comunicación, para expresar el amor por la comida y dedicarse a ella con entusiasmo. En un ámbito tan al alcance de todos -quien más, quien menos, todos deben comer diariamente-, los expertos hacen nata y aún deberá pasar un tiempo antes de que la cosa decante y se mantengan los que realmente saben y son un aporte. Mientras tanto, habrá que seguir "expuesto" a esta avalancha de modernos gastrónomos.
Sin embargo, hay un nuevo programa, dentro de esta fiebre de los fogones, que merece atención especial:
Lleve de lo bueno, en Televisión Nacional, los sábados, después del noticiero. En formato cine, lo que le da de inmediato una visión diferente, Álvaro Barrientos, chef y creador de la Fuente Chilena, se aventura por Chile buscando productos emblemáticos y únicos de la cocina nacional.
En un primer capítulo, el tema fue Paine, con sus famosas sandías y sus choclos "humeros". Barrientos le da un sentido a la comida, al ritual familiar de salir, probar, conocer, ser feliz. Aquí las modas no corren y, con sabiduría, se adentra en la elaboración más típica, la popular, una verdadera artesanía gastronómica. ¡Hay que verlo!