Jack White - "Acoustic recordings 1998-2016"
Durante los últimos años de su carrera, Jack White ha puesto sus esfuerzos en la recuperación y restauración de los viejos sonidos del sur. El blues, el folk y el country, incluso, encontraron en el ex líder de The White Stripes a un anticuario capaz de reconstruir la historia desde su proyecto -primero en su dúo con Meg White, luego con The Raconteurs, siguiendo con The Dead Weather y terminando en plan solista-, a través de la nostalgia y poderío de su guitarra. Pero con la sutileza de sellar sus composiciones con las herramientas que le dio el siglo XXI. Pequeñas perlas y joyas de hace cinco o seis décadas que ajustadas lucían como nuevas. Por eso, un paso natural para el nacido en Detroit, Michigan, era revisitar su propia vida en un compilado llamado "Jack White acoustic recordings 1998-2016".
En el álbum, el artista reúne 28 canciones que repasan sus distintas épocas y que lo perfilan, además, como un músico más cercano y melancólico, dejando en segundo plano -por una hora y 26 minutos- su estirpe de héroe de la guitarra. Más revelador aún, su cronología musical deja expuesta las ambiciones creativas de Jack White durante los 18 años que abarca la placa. Porque "Sugar never tasted so good", del debut homónimo de los Stripes de 1999, todavía estaba parchado con retazos de grunge; y en el camino se van abriendo las pistas que el cantautor recorrió de manera acústica: en un constante romance con la guitarra eléctrica, la crudeza de las cuerdas y el retro-rock en "Carolina drama" y también como una forma de experimentar en las posibilidades que le entregaba el formato desenchufado.
Desde hace unos años, Jack White debe sentirse un poco viejo, desencantado y ajeno a la música que este milenio heredó. El guitarrista salió de otra época, más inmediato al son de sus padres que al de sus descendientes, por lo que su energía ha ido dirigida a darle a esa música el sitial que merece. Se mudó a Nashville, fundó una discográfica y lanzó vinilos de colección para adultos, pero también para niños. "Lazaretto", incluso, hace dos años se convirtió en el más vendido de las últimas dos décadas en ese formato. El músico conoce el negocio de la nostalgia, uno que paga en dinero y sentimentalismo. En 20 o 30 años más, los cazadores de tesoros estarán buscando este compilado.
Bastille - "Wild world"
Si contáramos una historia sin nombres o personajes, las pistas podrían dirigir tanto a Imagine Dragons como a Bastille. Avaladas por un súper-hit en sus debuts discográficos -con las canciones "Radioactive" y "Pompeii", respectivamente- y con un sonido pop rock electrónico similar, ambas bandas comenzaron a escalar en los
rankings de ventas y popularidad a una velocidad asombrosa. Los primeros, eso sí, se marearon en la cima cuando tuvieron que dar el salto con su segundo larga duración; los de Londres, mientras tanto surfean en la cresta de la ola con "Wild world", el disco con el que la agrupación liderada por el compositor Dan Smith pretende realizar su ingreso definitivo a los estadios y el
mainstream, aunque aferrándose estrictamente a su zona de confort.
El cuarteto proveniente del sur del Reino Unido continúa caracterizando su música a través de un pop efectista, donde la épica se presenta en las percusiones y los samples aprovechan el rol protagónico dejado vacante por las guitarras. "Good grief" dispara de entrada un coro multitudinario, entretanto habla de la muerte y sus viudos; pero después de crear su inventiva desde la mitología, la literatura y la cultura pop, Smith pisa directo en la actualidad: en "The currents" habla agobiado por los errores de otros y los problemas que acarrea la sociedad y en "Warmth" mira impotente el mundo salvaje que sale por televisión en horario estelar.
En lo único que cambia Bastille con respecto a su trabajo anterior es que asoma sus armas sobre rumbos inexplorados como su incursión en el ahora. Sus intenciones son buenas al dejar de abstraerse de una realidad palpable como la que viven día a día, pero por el momento las palabras detrás de "Wild world" siguen siendo solo un adorno para sus pretensiones de masividad, que tienen altas probabilidades de éxito. En su país ya los candidatean como un inminente acto principal de Glastonbury en los años venideros. Una banda que entretiene y convoca, sin provocar a nadie.