Gillian Flynn, desde que la adaptación fílmica de su novela
Perdida la situara en el mapa de la novela negra, ha continuado con su exploración -al parecer interminable- de lo que se ha constituido en un lugar común sobre la sociedad estadounidense: su lado B, la cara oscura y ferozmente notoria del país más rico y poderoso del mundo, el territorio en donde ocurren crímenes atroces y cada tanto surgen asesinos seriales o psicópatas. La novela negra, el cine y las series televisivas tienden a abordar el asunto sin establecer un nexo entre ambas cosas, tarea que ciertamente cae más del lado de la antropología o la sociología. Flynn no escapa a la tendencia, pero al menos busca la manera de abordar el relato de una forma que borra la figura del detective o la desplaza, con lo que se evita la mayor parte de los automatismos y tics de estilo que hacen predecible buena parte de la producción de este género.
La novela discurre en dos planos temporales que se alternan. El primero narra los sucesos ocurridos a la familia Day en los días 2 y 3 de enero de 1985, cuando la madre y dos de sus hijas fueron brutalmente asesinadas; el segundo, se mueve 25 años hacia adelante, cuando Libby, la hija sobreviviente, se convence de la inocencia del condenado (que fue a la cárcel, en buena medida, por su testimonio): su hermano Ben, que en ese entonces tenía 15 años. Y se convence gracias a los miembros de uno de aquellos clubes que solo pueden surgir en Estados Unidos:
nerds fanáticos de crímenes famosos, que tratan de resolverlos o discuten las condenas judiciales. Es el caso de la familia Day. Y Libby, confrontada a la poca confiabilidad de su testimonio, vuelve a sumergirse en lo que llama sus "lugares oscuros", aquello que escuchó y vio esa noche, su fuga por la nieve, sus dedos amputados por el congelamiento. Y decide visitar a su hermano en la cárcel por primera vez. Todo ello desencadena un doble movimiento: la reconstitución de los días 2 y 3, centrados en varios de los protagonistas, y en la búsqueda de Libby. Huelga decir que ambas líneas contienen más sorpresas de las que puedan esperarse de un escenario clásico: un pueblo en el medio oeste, una niña fantasiosa que hace acusaciones gravísimas, un culto a Satanás, un adolescente con problemas de adaptación, ocultamientos, mentiras, delaciones, en fin, un caldo de cultivo donde el azar se encarga de sacar a la luz lo turbio, lo oscuro, lo indecible.
GILLIAN FLYNN.
Roja & Negra,
Santiago, 2016.
404 páginas.