Tras la notable "Los millonarios", su estreno de 2014 que acaba de estar en cartelera en una nueva reposición y nos pareció el fruto más sustancioso aportado por el Teatro La María en sus 17 años de trayectoria, este colectivo independiente propone ahora "El hotel", su última creación, otra vez con texto de Alexis Moreno y codirección suya y de Alexandra von Hummel (ambos, además, esta vez actúan), que despliega su mismo humor cruel y tono delirante para presentar una secuencia de momentos en la rutina de cuatro octogenarios seniles en una suerte de asilo geriátrico instalado en medio de la Antártida.
Es una farsa extremadamente esperpéntica acerca de unos vejestorios incontinentes y achacosos apartados de la comunidad en ese lugar remoto, por los hechos abominables que cometieron en su pasado y que ya ni siquiera recuerdan, pues el mal de Alzheimer invadió sus mentes. Cuidados y vigilados por una pareja de asistentes-celadores, pasan sus días en una eterna fiesta de cumpleaños, felices y contentos, cantando, bailando y jugando diversos juegos (como recibir la visita de sus parientes simulados por los enfermeros). Una especie de limbo decadente sin memoria ni culpas y rebosante de falsa alegría, que quiere ser una alegoría del estado de la conciencia nacional colectiva en el último tiempo.
Construye una imagen potente que ejecuta su elenco, por cierto, con sólido oficio, en el tono desbordado que el propósito requiere. Sin embargo, ella no avanza y pronto comienza a dar vueltas sobre sí misma. En realidad, el texto no tiene una historia ni un conflicto que desarrollar; la serie de cuadros, separados por golpes estruendosos de música
heavy metal, ni siquiera se reserva algo para revelar. Recién a los 45 minutos, de los 70 totales de duración, el diálogo sugiere algunos chispazos evocativos de tortura y crímenes de lesa humanidad en el pasado mediato. La segunda mitad se anima con la escena en el sauna, que impacta por el logrado efecto visual de los cuerpos viejos desnudos, pero que en rigor tampoco agrega mucho.
Sin duda, la cercanía comparativa con "Los millonarios" no favorece su apreciación. Una parte del público se ríe con la abundante coprolalia (ya sabemos que para no pocos espectadores locales solo oír en escena un garabato ya es gracioso), bromas fisiológicas y burla feroz de la decrepitud. Pero la provocación y virulencia buscadas se diluyen en la excesiva desmesura del estilo grotesco, y lo que vemos y escuchamos no alcanza a choquear ni resulta verdaderamente cómico, menos aún horrible. Porque tiene varios puntos de contacto, nos trajo a la memoria "Cordillera", un estimulante montaje -en un registro bien distinto, claro- que se ofreció aquí la temporada pasada.
Teatro de la Palabra. Jueves a sábado, a las 21:00 horas, hasta el 1 de octubre.