Históricamente en Chile se ha fomentado la tenencia de suelo. Ya sea como demostración de poderío de la oligarquía o como reforma social de la clase proletaria, desde la hacienda al sitio propio, somos un país de propietarios. Comprar una vivienda es el sueño de toda joven familia, ya que funge como medio de independencia y señal de prosperidad; pero con el paso del tiempo se vuelve un seguro de vida como bien heredable, un seguro de salud y hasta una pensión de vejez, si se ha conseguido hacer una buena inversión. Sin embargo, el crecimiento económico ha incrementado considerablemente el valor del suelo, en especial en las zonas aventajadas de las grandes ciudades. Así, acceder a la compra de una propiedad se ha tornado cada vez más difícil, incluso para los jóvenes de las clases pudientes. Los créditos hipotecarios hoy exigen rentas muy difíciles de conseguir para alguien en sus inicios y una juventud imposible de recuperar para alguien experimentado.
El seguro social de la tenencia de suelo comienza a ser cada vez más escaso, y si antes los viejos vendían sus propiedades del centro para migrar a algo más pequeño a la periferia, la futura generación de adultos mayores quizás deba migrar de la ciudad, cuando no pueda pagar el arriendo. Esta visión apocalíptica no estará marcada tanto por la
gentrification -inyección de
gentry o clase alta y expulsión territorial de los más pobres- sino por una transversal
youthification o rejuvenización. Ciudades ocupadas por jóvenes, no necesariamente de alto poder adquisitivo, arrendatarios de un mercado inmobiliario en manos de grandes inversionistas y que pronto serán expulsados a territorios desaventajados, sin pensión ni título de propiedad.
El futuro país de los viejos ya existe en países europeos, donde los municipios de algunos poblados mayoritariamente seniles deben proveer servicios públicos de atención doméstica, como un sencillo cambio de ampolleta. Países todos con un rozagante y veterano Estado de bienestar, que les permite pensar en esas necesidades. ¿Aquí tendremos que asistirnos entre viejos pobres?