Fuertes las declaraciones del ex ministro del Interior, Jorge Burgos, al colocarle plazo de término a la Nueva Mayoría.
Preocupantes las declaraciones de adhesión de figuras de la Democracia Cristiana como el senador Ignacio Walker, el ex ministro Edmundo Pérez Yoma y este nuevo grupo denominado Progresismo con Progreso, cuya líder visible es la ex parlamentaria y ex ministra Mariana Aylwin.
Pero la sepultura de la Nueva Mayoría no solo proviene de estos grupos de militancia democratacristiana, sino también de algunos analistas, dirigentes y ex dirigentes de la vieja Concertación.
Creo que el problema de estos ciudadanos, al desechar la Nueva Mayoría y aspirar a volver a la vieja Concertación, tiene un profundo error de diagnóstico. La Concertación, que gobernó 20 años en Chile, fue una coalición muy exitosa en el plano político-institucional, económico, social y cultural. Realizó grandes avances en dos aspectos fundamentales: logró un crecimiento económico sostenido, cuadruplicando el ingreso per cápita en 20 años, y además, obtuvo lo que le da mayor sentido a una coalición de centroizquierda, redujo la pobreza que nos dejaron José Piñera y Pinochet en 1990, de un 38,8% de la población bajo la línea de pobreza a un 7% en la última Casen, del 2013. Gran logro.
Sin embargo, dicha coalición no fue capaz -y diría no fuimos, por mis responsabilidades políticas asumidas en ese período- de enfrentar el tema de la desigualdad, principal lacra de la sociedad chilena. Histórica, pero acrecentada en los últimos 40 años. Esa desigualdad que no pudimos derrotar, no obstante los logros mencionados anteriormente, finalmente nos pasó la cuenta ciudadana el 2009, con el retorno de la derecha al poder -con votos y no con balas- después de 50 años.
La Concertación fue perdiendo respaldo popular y ciudadano a través del tiempo. A manera de ejemplo, Aylwin y Frei ganaron en primera vuelta el 89 y el 93 con un 55% y un 58% de votos, respectivamente; Lagos y Bachelet "1" ganaron el 2000 y el 2006 con el 51% y 53%, respectivamente. El 2008, como expresión de este agotamiento, tuvimos el menor triunfo electoral del período en materia de elecciones municipales, y el 2009, en la elección parlamentaria, literalmente, empatamos con la derecha.
Pero además, la vieja Concertación se fue desintegrando con respecto a la plenitud que obtuvo a inicios de los años 90 en materia de fuerza política, social, electoral, cultural y partidaria. Los primeros en irse fueron los Humanistas, en la mitad de los 90, hacia la izquierda. Posteriormente, en la primera mitad de los años 2000, se desprendió el senador Adolfo Zaldívar y cinco diputados que terminaron formando el PRI, que finalmente se ha domiciliado en la derecha.
En la segunda mitad de los años 2000, la huida fue mayor. Así, dirigentes históricos del PPD, como Schaulsohn y Flores, caminaron hacia la derecha con su Chile Primero. Marco Enríquez-Ominami, Alejandro Navarro y Jorge Arrate se dirigieron hacia la izquierda, y más que eso, nos quebraron electoralmente el 2009 en la primera vuelta, cuando el candidato de la Concertación, Eduardo Frei, solo obtuvo un 29% de los votos, y la dupla MEO-Arrate logró ni más ni menos que un 26% de los electores. Si bien es cierto que en la segunda vuelta recuperamos parte de ese voto, al lograr un 48% y ser derrotados, está claro que a esas alturas la vieja Concertación había dejado de existir.
Posteriormente, hay que agregar la emergencia de nuevas fuerzas de izquierda que jamás serían de la Concertación, como Revolución Democrática y las facciones de la ex Izquierda Autónoma, claramente posicionados en la izquierda. Así como Andrés Velasco y su partido en formación, Ciudadanos, que enrumbó hacia la derecha.
La respuesta a todo lo anterior fue la construcción de una nueva alianza entre el centro, la centroizquierda y parte importante de la izquierda, que dio vida a la Nueva Mayoría. Pero esta nueva coalición se hizo cargo del principal déficit de la Concertación ya mencionado, la lucha contra la desigualdad, sin que esto signifique, por parte de la nueva coalición el reconocimiento de los aciertos y errores que tuvimos como Concertación.
Es por eso que el programa de gobierno de la Presidenta Bachelet "2" se hizo cargo de la historia descrita y obtuvo resonantes triunfos electorales, tanto a nivel presidencial como parlamentario, el 2013. Es decir, no nos equivocamos. Por eso discrepo de estos grupos que quieren sepultar a la Nueva Mayoría. Al revés, para consolidar y proyectar las reformas que ha hecho este gobierno y los nuevos desafíos, cualquier candidato presidencial que represente a estas fuerzas el próximo año requiere a lo menos mantener, si no ampliar esta coalición, pero jamás reducirla como lo indican algunos de estos "sepultureros".