Algunos amigos me han motejado de "pesimista crónico" por sostener que la novela es un género, actualmente, en retroceso. No es pesimismo, pero la situación merece examen. Vayamos por partes. Es un hecho que desde el siglo XIX en adelante, con el triunfo de la burguesía, gracias a las dos revoluciones que permiten la consolidación de la modernidad -la francesa y la industrial-, la novela se transforma en un género central en el dispositivo cultural. Podríamos decir que es "el" género central durante todo el siglo XIX y buena parte del siglo XX. Destrona, así, al drama, que es mucho más importante que la novela durante los siglos XVI y XVII, o sea, los siglos del neoclacisismo: allí están Shakespeare, Calderón, Racine, Corneille, Molière, por si hiciera falta demostrarlo. También están Cervantes y Daniel Defoe, pero ellos son precursores de algo que será el fundamento mismo de la novela moderna: el realismo. Por realismo entiendo en este caso la exigencia hecha a la novela -en un arco que va desde Balzac a Zola, pasando por Dickens, Pérez Galdós, Tolstoi- de dar cuenta de una determinada realidad social. Es el empeño ciclópeo de Balzac, quien pretende novelar en La comedia humana todos los estamentos sociales, las profesiones, las edades y las situaciones de la vida -según escribe en carta a su novia polaca, la famosa Madame Hanska-, el que funda este pacto entre la ficción narrativa y la realidad social. Podríamos decir que Balzac dota al nuevo orden social burgués de su correlato estético. Blaise Cendrars decía: "Balzac no es el creador de un mundo, es el creador del mundo", ese mundo es el mundo burgués, o sea, el nuestro. De allí, no solo la centralidad, sino la fetichización de la novela como objeto cultural. Flaubert -que pensaba que Balzac hubiese sido un gran escritor.... si solo hubiese sabido escribir- lo contradice, tratando de hacer "una novela sobre nada". Esa "novela sobre nada" es La educación sentimental y resulta ser una "novela sobre todo", es decir, un completísimo fresco de la vida social de la Francia de mediados del siglo XIX.
Flaubert, el primero en insistir obsesivamente en el estilo -el famoso mot juste - y, por lo tanto, en la autonomía del texto literario respecto de sus alcances en tanto que documento sociológico, inventa una poética nueva, pero no rompe por ello los límites del realismo. Habrá que esperar la aparición de las vanguardias anglosajonas -desde Joyce a Faulkner- y el surgimiento, en la estela del romanticismo, de ese género, entonces "menor", que es la literatura fantástica, para que el género novela comience a emanciparse de la pesada exigencia de constituir un correlato de la realidad social.
Muchas aguas estéticas han pasado bajo los puentes desde entonces. Es manifiesto que "lo que está en el aire" -como dice Josefina Ludmer- en materia de narrativa son textos mucho más cercanos a la crónica que a la novela de ficción a secas. Lo que se lleva hoy es la literatura de la experiencia inmediata. Piénsese solamente en la irrupción -y el éxito- en nuestros panoramas narrativos de escritores como Pedro Lemebel, Leila Guerriero, Martín Caparrós y, en México, toda esa larga serie de la llamada "narconovela". Cuidado, no estoy haciendo una valoración crítica de dichas obras, me limito a constatar su prevalencia en el campo literario. Por otra parte, la irrupción de los "blogueros" y de los llamados " youtubers " es un fenómeno que hay que considerar con atención. Nosotros, de niños, leíamos Corazón y Tom Sawer . Los adolescentes de hoy leen Besitos en la frente y # Chupaelperro ... , porque esos autores forman parte de sus vidas, conviven con ellos diariamente. Y es que la realidad virtual y la realidad a secas son ya una y la misma cosa. Así, la virtualidad de la ficción ha sido reemplazada por la virtualidad de lo real. En esta "doble realidad", la novela ¿tiene algún futuro? Yo diría que no morirá. Existe desde los tiempos de la Antiguedad clásica. Ahora, sin duda está siendo, ya, otra cosa. ¿Qué cosa? Más que nunca, un documento social. Pero despojada de su carga estética, la novela, como experiencia del mundo, ¿es novela?