¿Qué hace que un director de programación, no siendo la cabeza ejecutiva de un canal de TV sea su funcionario mejor pagado? Esa es la pregunta que surge al mirar los datos de Transparencia Activa que el canal público comparte en su web. Con un sueldo de $18 millones (brutos) y algunos extras, García acumulaba hasta mayo de 2016, $112 millones (brutos), muy por encima de Alicia Hidalgo, timonel de la estación.
La importancia de quien elabora la parrilla programática de un canal es clave, porque le da identidad. Pero es mucho más sensible -y aparentemente valiosa- en una red con una misión mandatada por la ley que creó su actual institucionalidad en 1992, justo al despuntar una era que el mismo García ayudó a diseñar a partir de las expectativas del deseo de cambio, de alegría, de libertad.
Esa épica nacional se encarnó de buena forma en TVN por aproximadamente 20 años, justo lo que dura una generación. Sus ejecutivos de turno supieron leer a la sociedad que reflejaban, pero desoyeron hacia dónde caminaba. Programáticamente hablando, fueron otras redes televisivas las que ejecutaron bien los reality shows , las que valoraron el potencial innovador de la tradicional ficción y las que miraron sin complejos la entretención.
TVN se fue quedando atrás también en el cambiante escenario de la propiedad institucional que afectó no solo a la televisión, sino que a todas las industrias del quehacer nacional. Competir ya no es posible, porque ahí donde se tenía una misión faltó siempre una visión. Por una década, los cambiantes directorios y las sucesivas planas ejecutivas no conciliaron -si es que trataron- las dos.
Entonces, mientras en el Congreso se debate una nueva institucionalidad, a Eugenio García le toca tratar de mantener en la red pública una identidad que responda a su histórica misión. Un contrasentido total. ¿Cómo se explica ese derroche de recursos -creativos, económicos y personales- en el actual escenario de audiencias y competitividad?
García todavía no lo logra justificar. "Colegas", "Por fin solos", "Once comida" y "Por ti" son programas condenados al olvido, a un anecdotario bizarro; y qué decir de "Eo, Eo, Eo", un festival en interiores que solo transmite una mirada encapsulada en otra era de la entretención. Apenas "Kamaleón", con el talento de un buen imitador y una añeja factura televisiva, encarna en parte el espíritu de la actualidad. También lo hace el sueldo del ejecutivo mejor pagado de la estación. Pero nada de eso responde a una misión con visión.