En verdad que da lo mismo si a Beccacece le armaron el equipo entre Heller y Bonini, o si al final le cumplieron con todo lo que pidió. Esta vez sí que el entrenador no tiene excusa posible para demostrar que es capaz y que la sombra de Sampaoli no es más que una caricatura de sus detractores. Universidad de Chile ha (o aún está...) conformado en nombres el plantel más completo del fútbol chileno y no llegar a disputar el título en la última fecha de este campeonato (si es que algún día logra comenzar) será un completo fracaso.
Si para el torneo anterior, la accidentada y polémica llegada de Beccacece a la U era un riesgo ciertamente controlado, en el que un título era una opción teórica pero no una obligación práctica, en consideración al origen del plantel y a las circunstancias de la instalación del entrenador, el escenario ha cambiado drásticamente: la tolerancia directiva estará circunscrita a la primera fecha y el apoyo de la hinchada a los primeros 15 minutos de la fecha inaugural.
La marginalia del técnico argentino no da espacio para ningún apunte que no sea la síntesis de un equipo que gane y guste. Los bordes que debe recorrer el trazado azul son demasiados estrechos y en ese sentido el trayecto del entrenador se asoma como muy solitario, porque Carlos Heller, el estratega institucional, ha proporcionado las herramientas que lo revisten a él de cualquier cuestionamiento público. Como hace años no sucedía, un club chileno no solo ha renovado notoriamente su plantel, sino que lo ha enriquecido exponencialmente. Y para evitar trances inesperados, el timonel azul fijó posiciones bastante más precisas con respecto al técnico y le dio un respaldo limitado; en otras palabras, le puso una vida útil razonable para las grandes expectativas.
Es de dominio público en La Cisterna que la paciencia no será tan elástica como fue la vez pasada cuando al entrenador se le perdonaron todos los pecados futbolísticos y comunicacionales. Y la razón para que no domine la comprensión es elemental: la millonaria inversión en jugadores no está proyectada solo para el éxito de Beccacece, sino que para el sustituto que eventualmente llegue, que quizás no se pretende, pero que es de toda consecuencia si los resultados no se dan con premura.
El postergado comienzo del torneo tiene esta vez componentes de alto interés. Un campeón como Universidad Católica que debería consolidar la impronta combativa de Salas; un Colo Colo con un técnico entrante que a diferencia de su colega azul ya dio muestras de probada capacidad, y una Universidad de Chile que será el ineludible centro de atención.Si se trata de elegir por expectación y favoritismo, el comportamiento del equipo azul cuando el nuevo modelo Beccacece inicie su campaña se va a llevar las preferencias. Aunque esta vez no alcanzará con estar a la altura del desafío, porque superarlo es la única meta que justificará la inversión.