Nadie se resiste a hacer una comparación de Theresa May con Margaret Thatcher. Lo más leído por estos días es que se trata de "la nueva Maggie", la "otra Dama de Hierro". Y los primeros días en el poder han mostrado que ella tiene algo del coraje y la energía que caracterizaron a la recordada Premier.
De Theresa se ha hablado tanto de sus zapatos, unos llamativos modelos animal print con los que se inclinó ante la reina, como de la forma en que armó su gabinete. Un columnista británico dijo, citando a Gladstone, que "lo esencial para un Premier es ser un buen carnicero", y Theresa May, con sus sugerentes escarpines, ha mostrado que sabe usar el cuchillo: hizo una verdadera purga estalinista de los amigos de David Cameron.
Despejar la incógnita que se cierne sobre Gran Bretaña y el futuro del Brexit pasa por tratar de conocer un poco a la nueva Primera Ministra que saltó desde la cartera de Interior -donde mostró mano dura contra los inmigrantes- a Downing Street, sin pasar por elecciones.
La nueva Premier viene de un mundo muy distinto al de Cameron, un ex alumno de Eton y Oxford, considerado un "cuico" liberal. Hija de un vicario y una funcionaria pública, ella estudió en un grammar school , un colegio público selectivo, y comparte alma mater con Cameron, donde obtuvo un grado en Geografía. Su carrera partió en el Banco de Inglaterra, y luego en otros servicios públicos antes de llegar al Parlamento.
En el gabinete se le reconocía su capacidad y competencia, pero también su estilo autoritario y su carácter inescrutable. Para los desafíos que tendrá que enfrentar quizás esos sean atributos necesarios y le sirvan para ordenar la casa, porque volver a unir el Partido Conservador y también al país requerirá de un liderazgo fuerte, pero también comprensivo.
Que sabe jugar sus cartas lo dejó en evidencia cuando puso a Boris Johnson, un rival y favorable al Brexit, en la cartera de Exterior: así lo mantiene ocupado viajando, para que no perturbe el ambiente del gabinete. Ella espera controlar bien las negociaciones con la UE, por eso puso a un ex secretario para Europa que cumpla sus directrices. Ese es el tema que marcará su gobierno, y tendrá que actuar con cuidado para dar una salida conveniente a Gran Bretaña y no defraudar a los que votaron por la partida. Difícil tarea que muchos piensan requiere que ella tenga el respaldo de unas elecciones, que no son obligatorias pero que legitimarían sus acciones políticas. Con el Partido Laborista al borde de la división, sería una oportunidad para reafirmar el liderazgo conservador.
Si se arriesga a aceptar ese desafío, Theresa mostrará el temple de la Thatcher, aunque muchos dicen que más se parece a la Canciller Angela Merkel, que tiene su mismo don de mando y una empatía que le fluye natural.