Fronda es el follaje de los árboles. La acepción política de la palabra nace, como ocurre con tantas otras, en Francia del siglo XVII, durante la regencia de la reina Ana por la minoría de edad de Luis XIV. Los grandes de Francia conspiran contra el poder real, aprovechándose del descontento económico general y de la debilidad circunstancial del poder real. En Chile, el historiador Alberto Edwards Vives, en su famoso libro "La fronda aristocrática" (1928), reutiliza el término para proponer una controvertida interpretación de la historia de Chile. Según Edwards, la intuición genial de Diego Portales sería que el único gobierno que funciona en Chile es aquel constituido por un Ejecutivo fuerte, con un Presidente con grandes atribuciones, cuya figura opera como sustituto del monarca. El pueblo de Chile solo obedece a un gobernante que cumpla con el arquetipo monárquico. En la visión de Edwards las épocas de progreso y desarrollo de nuestra república son aquellas en que la clase aristocrática se resigna a gobernar, no directamente, sino a través de un Presidente monarca, aunque este no provenga de su clase. En cambio, las crisis institucionales se habrían producido en las situaciones en que el grupo aristocrático conspira contra el poder presidencial, buscando gobernar por sí mismo, es decir, se constituye en una fronda. La hipótesis de Edwards no es banal e inspira la dictación de nuestros cuerpos constitucionales básicos: las Constituciones de 1833, 1925 y 1980. En todas ellas parece subyacer el diagnóstico de que para retomar la senda del orden y progreso es necesario fortalecer las atribuciones presidenciales porque esa es la única manera de someter el espíritu alborotador, conspirador e indisciplinado que anida intrínsecamente en la clase política chilena.
Es obvio que la hipótesis de Edwards no puede referirse actualmente a la clase alta, que perdió el poder político de manera creciente durante el siglo XX, pero sí es una recriminación que puede lanzarse a la clase política entera, de derecha a izquierda. ¿Acaso Allende mismo no fue víctima entre el 70 y el 73 de la fronda de la izquierda?
El reciente episodio en que la mayoría gobiernista de la Cámara de Diputados votó una indicación en materia de financiamiento educacional en contra del proyecto gubernamental cuya modificación forma parte de las atribuciones exclusivas del Presidente de la República, es una clara manifestación del renacer del espíritu de fronda. La agresión en la Cámara de sus propios partidarios no va dirigida contra el ministro de Hacienda (quien indignado declaró: "Si no mantenemos una disciplina con las reglas, cualquier cosa puede pasar"), sino contra la Presidenta de la República, cuyas facultades exclusivas fueron atropelladas en una materia históricamente delicada: los gastos presupuestarios. El follaje se agita otra vez.