Bolsas plásticas celestes arrastradas por el viento. Un viento que corre por sobre la meseta del norte grande y sobre Calama y Chuquicamata, arrastrando las bolsas que marcan la huella humana sobre las extensiones aparentemente inconmensurables de tierra dura y reseca. Carlos Araya, quien debutó en narrativa con
Ejercicios de encuadre -más que meritoria novela, que debió haber alcanzado un mayor reconocimiento-, vuelve a su tierra natal, Calama, con cuentos que prueban nuevamente su talento para componer obras inquietantes y reveladoras. Si la novela se constituía en torno a las imágenes de las cámaras de vigilancia en los pasajes del centro de Santiago, ahora el paisaje urbano de Calama y los páramos que lo rodean, las carreteras interminables, la tierra suelta, las shoperías, los oficios del minero y la prostituta, un perro que ladra, las redes sociales, son el marco para relatos frecuentemente quebrados, con finales abiertos y escritos que apelan a distintos recursos estilísticos y en algunos casos igual gráficos, que conforman un mapa cuyas líneas maestras recoge este historial de navegación, esta bitácora de una región poco frecuentada por la literatura y que Araya instala plenamente en el mapa de lo perdurable.
La unidad del libro es evidente no solo por el escenario, sino también por la textura de las narraciones. No hay patetismo, y sí mucho dolor en historias de suicidios y desapariciones, que son otra manera de darse muerte; la soledad y la desgracia no son marcas inevitables del destino, sino una forma de vivir que parece armonizar con perfección con la dureza y la peculiar fisonomía de una ciudad que parece darle la espalda a Chile. En algún punto impreciso,
Historial de navegación se une con lo que la académica Lorena Amaro nombró como "la literatura de los hijos", pero quizá se debe a que Calama es una ciudad de migrantes, de padres ausentes, y esa rotura se manifiesta en varios de los relatos, que tocan asimismo, muy al pasar, pero con total pertinencia, el paso de la Caravana de la Muerte por la ciudad nortina. En varios cuentos hay enumeraciones caóticas, de diálogos llevados a cabo en una pieza, de objetos encontrados en las esquinas de Calama, de preguntas que un hijo le formula a su padre y que, en tres o cuatro apretadas páginas, cuentan una vida entera de desarraigo y búsqueda, preguntas que pueden ser tan quemantes como esta: "¿Supiste que no te voy a decir lo malo porque aprendí a soportarlo todo?".
Historial de navegación
Carlos Araya Díaz
Alquimia Ediciones,
Santiago, 2016.
132 páginas.