James Blake - "The colour in anything"
Si hubiese existido una promoción o una cátedra que reuniera a los grandes exponentes de la electrónica británica de los últimos años, James Blake miraría a sus compañeros con recelo. El escocés Calvin Harris se convirtió en el rey del EDM y los aplicados hermanos Guy y Howard Lawrence, de Disclosure, llevaron el
house de los clubes de Inglaterra hacia el
mainstream mundial. Demasiada felicidad para el músico nacido en Londres que ha teñido de gris su discografía. Esa que, siguiendo la dinámica escolar, fue pintada con lápiz mina -cargando la punta del carboncillo en algunos lugares y dejando algunos claros como si fuese la fotografía de un espectro-, rayada en los errores y coloreada nuevamente. Todo en la misma hoja. Porque en "The colour in anything", su último disco, el productor de 27 años expande la lucha de su mente obsesiva a través de 72 minutos de melodías que desconciertan, al tiempo en que hacen moverte con la cabeza puesta en el piso.
James Blake tomó el camino contrario a sus coterráneos. Con canciones que hablan de amores rotos y del vacío existencial que provoca el proceso, y con los efectos de sus máquinas, el artista reitera ese sentimiento una y otra vez. Apoyado en el
synth pop de los años 80 de "I hope my life (1-800 mix)", atmósferas etéreas como "Waves know shores" y la cadencia urbana de "I need a forest fire" junto a Bon Iver.
Una revolución psicológica que ha logrado traducir en vanguardia y finura, formando una "pequeña escuela": el sello minimalista de su trabajo ha sido reproducido por el pop de masas, con Justin Bieber; el ex One Direction Zayn Malik y el rapero Drake, como los ejemplos más fieles. Y con Beyoncé como su principal promotora, después de incluirlo en los créditos de su álbum "Lemonade". La sensibilidad del londinense tiene un atractivo indiscutible, más aún si es capaz de darle una tonalidad especialidad a un cuadro de un árbol desnudo de hojas, bajo unas nubes oscuras que palidecen el mar, como presenta en la portada. El color en cualquier cosa.
Band of Horses - "Why are you OK"
Entrecerrar los ojos, una leve sonrisa, perder la mirada. Probablemente sean esos los tres gestos que más se repiten al escuchar los primeros segundos de "Dull times/The moon", la canción de apertura de "Why are you OK", el nuevo disco de Band of Horses. Con la emotividad como virtud a lo largo de su discografía, la agrupación nacida en Seattle rememora espacios perdidos en la memoria,
flashes o fotografías que vuelven a cobrar vida, movimiento. Pero hay que secarse las lágrimas rápidamente, porque este single dividido en dos partes separa las vías que los estadounidenses imprimen y juntan en su catálogo: la pista lenta, evocativa, con guitarras
country y
blues que se proyectan a toda velocidad en un sonido que trae de regreso a casa a los abuelos y sus propios recuerdos. La esencia de otra época.
El quinteto arrea sus caballos y comienza un viaje caracterizado por la sencillez de una música sin pretensiones. Con sencillos hechos en la reposera ubicada afuera de la casa, con una vara de trigo en la boca y mirando el momento más rojo del atardecer. Para Ben Bridwell, el líder del grupo , la parafernalia es un estorbo, sobre todo al cantar acerca de la disyuntiva del sufrimiento para luego dudar del verdadero amor en "Hag". Lo importante está en la unión de las guitarras folk y un bajo que se desempolva con el correr de "Solemn oath", y la celebración de un nuevo comienzo al que invitan en "Casual party".
Band of Horses resiste en una industria donde es más fácil traicionarse. Allí están, recordándonos que su trabajo trasciende al entredicho en el que se encuentra el rock en la actualidad. Recuerdan a The Beach Boys en "Country teen" y se apoyan en el tono sofisticado de J Mascis, de Dinasour Jr., en "In a drawer", así como en pequeños arreglos electrónicos que decoran parte de su inventario. Con esa estampa de granjeros del sur que observan día a día las hectáreas de pradera que abrazan como si fuesen un hijo más, los músicos miran hacia atrás sin dejar de dar pasos hacia adelante. Avistan el futuro cargando herramientas del pasado. Las elementales, las que no pasan de moda.