No es la primera vez, ni será la última. La versión local de "Bajo terapia" resulta más fresca y cercana que el mismo montaje original, cumpliendo su segunda temporada en Buenos Aires. Lo que era esperable, porque allá la dirigió Daniel Veronese, por dos décadas el gurú de la vanguardia escénica porteña, hoy absorbido por el teatro empresa, liderando un elenco con varios de los actores que lo acompañaron en sus sesudas relecturas posmodernas de obras de Chéjov e Ibsen. Ellos se desempeñan con oficio, pero queda claro que a Veronese el humor no se le da bien, y que esos intérpretes se habituaron a hacer cosas harto más intensas y complejas (y la verdad es que ruboriza un poco verlos ahora haciendo algo tan comercial).
Porque esto es, antes que nada, un divertimento prefabricado calculadamente para convertirse en un rompetaquillas. El texto -"opera prima de un laborioso autor santafecino- es uno de los ganadores del concurso de dramaturgia a que convocó la Asociación de Empresarios Teatrales de la capital trasandina, que además coprodujeron la propuesta porteña.
Obra vendedora a todo dar se va a la segura con recursos probados en su buena acogida. Si la historia parece un plato recalentado, es porque desembozadamente recicla y bate resortes de dos comedias de éxito reciente: la francesa "Toc Toc" y la catalana "El método Grönholm". En ambos casos, la versión chilena fue más graciosa.
Mezclando mucho de sitcom , algo de melodrama, algunas gotas de humor cruel y abundante psicología básica de manual, muestra a tres parejas que no se conocen entre sí, y llegan a una sesión compartida de terapia matrimonial. Esta vez la psicóloga no vino, y dejó al grupo siete tareas en sendos sobres para que la dinámica entre ellos genere soluciones de autoayuda. Por turno revela los problemas íntimos que cada pareja ha guardado en secreto, y remata con un súbito golpe de efecto teatral calcado de las piezas que usó de modelo.
El vuelo artístico del esfuerzo es rasante. Porque su estructura episódica, sumamente simple, pone de partida la baraja entera abierta sobre la mesa. Aquí no hay subtextos ni dobleces; todo es más claro que el agua. Hacia el final, cuando se le agotan los recursos de buena ley, extrema las tintas sumando toques histéricos y chistes sexuales. No por eso es inofensiva: muchos ríen a mandíbula batiente al reconocer de algún modo en lo que ven conflictos de su propia intimidad hogareña. En ese sentido, el ingenio del divertimento, aunque de una manera nada de sutil, sí es perspicaz.
Dirigida por Patricio Pimienta (responsable antes de "Le prenom", otro taquillazo), la versión fluye ágilmente en virtud de sus personajes bien delineados y jugados con apretado timing . Hay también un sólido nivel de producción.
Mori Parque Arauco. Jueves a domingo.
La versión local resulta más fresca y cercana que el montaje original de Buenos Aires