Dice un niño a su profesora de religión: "No entiendo por qué Jesús se demora tanto cuando le pido algo. Capaz que no sea tan poderoso".
El tiempo que pasa entre que tomamos una decisión y llevamos a cabo la acción, entre que nos proponemos un cambio y somos capaces de ejecutarlo, suele ser largo. Y está bien que así sea. La ilusión del cambio inmediato es una fantasía infantil que todos los adultos tenemos y que pertenece mitad a la magia, mitad a la ansiedad, porque las cosas deseadas ocurran pronto. Es que el tiempo tiene una lógica distinta a la de nuestros deseos. Es la lógica de la construcción para que las cosas duren. Es la lógica de evitar la frustración. Es la lógica de incluir el esfuerzo y la paciencia en lo que de verdad queremos.
En estos tiempos que vivimos, la inmediatez nos come, nos devora, nos impacienta, nos frustra. Por eso se dice que las relaciones hoy se han liquidificado, porque fluyen como el agua, precipitadamente, o mueren. Hay algo en el tiempo que hace imperioso que las cosas pasen luego. Hay algo impaciente en nuestros días. Si alguien no contesta un recado por el celular, uno se molesta, por ejemplo. ¿Cómo serían las relaciones cuando las cartas demoraban días o meses? Hay quienes sostienen que eran más sólidas. Como tal vez lo eran las casas de concreto o de adobe que demoraban mucho en construirse.
¿Será necesario que la demora nos produzca ansiedad? No. Como el niño que se enoja con Jesús, puede haber en la espera un cierto placer, un gozo de lo que aún no es aún, una manera de construir un espacio para lo que viene. Nos guste o no, la forma de concebir y de vivir el tiempo define enormemente nuestras relaciones, nuestra profundidad, nuestro equilibrio. Habría que leer de nuevo "El Principito" y aprender de cómo construye la relación con el zorro. Veremos lo poética que puede ser la espera.No se trata de creer que podemos cambiar la forma de percibir el tiempo. Es muy frustrante creer que uno como individuo puede construir castillos propios y aislados de los que viven con nosotros. El apuro es algo que podemos disminuir si estamos conscientes del daño que a veces nos hace. Trabajar en la expectación de la espera hace que la demora sea un bien que podríamos incorporar a nuestra vida.
"El tiempo tiene una lógica distinta a la de nuestros deseos. Es la lógica de la construcción para que las cosas duren".