Hace rato que la integridad de la obra de arte dejó de ser un tema discutido solo en capillas ilustradas. Desde que se instaló la cultura del
Director's Cut y las remasterizaciones de los clásicos, el mercado descubrió que rescatar o reconstruir la versión original de una película era sólo un peldaño más en la reiterada venta del mismo producto a los consumidores. Y ahora la cosa ha ido aún mas lejos: esta semana, cuando se supo que un 40 por ciento del material rodado para "Rogue One" -el primer
spin off de "Star Wars"- tendría que ser filmado de nuevo, muchos fans empezaron a fantasear con ver algún día el "violento y oscuro" corte del filme que el cineasta Gareth Edwards entregó y que Disney rechazó. Así estamos. Con la gente pidiendo recuperar el corte del director de un filme que, técnicamente, aún no existe.
¿Vale la pena preocuparse tanto de la visión de un artista? Depende de qué y de quién estemos hablando. Es posible que la discusión sobre Gareth Edwards se acabe o se refuerce una vez que su película se estrene. Pero me imagino que, a estas alturas del partido, nadie se molestaría en meterse con la obra de un consagrado (a menos que no le quede otra). Sin embargo, eso es precisamente lo que está ocurriendo en nuestra cartelera con "Adiós al lenguaje", el primer largometraje que el legendario director Jean-Luc Godard realiza en 3D y que el Cine Arte Alameda estrenó el pasado jueves.
Felicitaciones a ellos, por atreverse a traer la película. Eso sí, quienes vayan a verla no esperen que les pasen lentes en la entrada.
Las funciones serán solo en formato normal debido a que la sala no tiene dicha tecnología. Y es en este punto donde comienza la discusión. ¿Vale la pena darse la molestia si uno no puede verla tal como Godard la concibió?
Porque atención: "Adiós al lenguaje" no es una película que se filmó con cámaras convencionales y luego fue "convertida" al 3D por un programa digital, como actualmente ocurre con la mayoría de las cintas que se estrenan en el formato. Godard y su equipo crearon su propio sistema de estereoscopía, inspirado en parte en las cámaras que James Cameron usó para "Avatar" y que filmaban simultáneamente con dos lentes, emulando la visión humana. Pero agregó un desafío más: la pareja de lentes podía ser la de cualquier cámara, sofisticada o amateur. Para él, todo era posible, incluso trabajar con celulares.
El resultado es fascinante y a la altura de lo mejor que se haya visto en lo que va del siglo. Godard recurre a sus herramientas habituales -filmar a una pareja en crisis, usar textos prestados de otros autores, rumiar sobre los despojos que arroja la modernidad-, pero estas emergen transfiguradas por una imaginación que no se fija límites para plasmar formas sobre la pantalla, donde incluso lo vulgar y cotidiano parece mirado con nuevos ojos: copos de nieve cayendo sobre el parabrisas de un auto en la carretera, filmados con las cámaras desincronizadas; dejando a un ojo observando el "presente" y al otro, levente retrasado, habitando en el "pasado". De pronto, el 3D ya no es solo una técnica aplicada al espacio, sino al mismísimo tiempo cinematográfico.
Pero claro, todo eso lo pueden apreciar a cabalidad quienes la vimos en tres dimensiones. Entonces, ¿para qué exhibirla truncada y despojada precisamente de la cualidad que la hace única?
Adieu au langage 3D
Dirección de Jean-Luc Godard
Francia, 2014,
69 minutos.
La exhibe el Cine Arte Alameda en 2D.