The Strokes - "Future Present Past EP"
Como si fueran eximios jugadores de póker, los miembros de The Strokes han "blufeado" descaradamente durante toda la segunda etapa de su carrera. Con un catálogo rebasado de
hits -la mayoría dentro de la dupla conformada por los discos "Is This It?" (2001) y "Room on Fire" (2003)-, pero sin un disco relevante en diez años, la banda neoyorquina que se instaló a la vanguardia del indie a comienzos de este siglo apuesta por el nombre. Bastó el anuncio de que estaban trabajando juntos en el estudio para que su séquito de fanáticos volviera a fantasear con la idea del próximo gran álbum del quinteto. La grabación se extendió por varios meses y se tradujo en tres nuevas canciones empaquetadas en "Future Present Past EP".
Una placa que basa su discurso en reflexiones nocturnas y preguntas sin respuestas. Y que en lo musical se expresa en un retroceso a un par de décadas atrás. Como homenajeando a Joy Division con una línea de bajo para bailar con la cabeza gacha en "Drag Queen", a la que se van sumando las guitarras que irrumpen como flashes inesperados entre la oscuridad del momento. Su vocalista Julian Casablancas recita algunos versos y juega al falsete, como dos recursos para obviar que al
frontman de 37 años le queda más presencia que voz.
El resto, "OBLIVIUS" y "Threat of Joy", dos canciones que podrían definirse como un "clásico" de The Strokes: simpleza en la guitarra rítmica y un toque de suciedad y distorsión garage en su acompañante. Una vuelta a los 00', a ese mismo sonido
vintage que los transformó en culto, pero que ahora se torna aburrido, falto de sorpresa. Aunque, en lo concreto, sí les sirve para estirar el elástico detrás del negocio de la banda, uno que paga muy bien. Tres sencillos que pueden incluirse en un
setlist lleno de grandes éxitos sin alterar el producto final. Muy poco para una banda de la que, extrañamente, aún se espera su regreso.
Enzo Massardo - "Música antigua para un film"
Desde que estaba al frente de Uruz, que Enzo Massardo decía sin tapujos ser "fanático de la canción pop". El productor chileno, así, trabajó con la ex Rojo María Jimena Pereyra, Kel Calderón y Karen Paola, todas figuras de programas juveniles, además de hacerse cargo de la música de algunos docurrealities del mismo corte. Hasta que en 2012 las piezas de la agrupación tomaron distintos rumbos y el cantautor comenzó a trazar lo que sería su primer álbum solista. Bautizado como "Música antigua para un film", el disco propone exactamente eso de lo que su creador hablaba hace años:
singles "que la gente pudiera recordar".
Desde el comienzo con "Consecuencia de olvidar" que Massardo demuestra una especial preocupación por los coros, con estructuras reconocibles y fáciles de tararear. Son diez canciones pop que se maquillan con guiños al blues en "Nada es para siempre" o con un rock de destreza radial en "No me hables", pero que en su mayoría presenta una serie de baladas de inventiva amorosa, inofensivas, cariñosas en su desarrollo y con resultados insatisfactorios para sus protagonistas. Esa clase de discurso preciso para convertirse en música de la teleserie del almuerzo o de la hora de once, con suficientes opciones como para musicalizar al villano, al triángulo amoroso y a uno que otro personaje secundario.
"Música antigua para un film" es un disco sin pretensiones, con ansias de masividad y una consolidación del trabajo que Enzo Massardo viene forjando hace más de una década. Porque el artista también repasa su etapa como músico en Jazzimodo, con pequeños arreglos carnavalescos en el son de la batería, las cuerdas y la inclusión de los teclados a la par de la banda. El compositor nacional reconoce cuál es su zona de confort y para esta placa se propuso explotar esa vía, con él mismo como rostro. Ya habrá tiempo para tomar más riesgos.