Bob Dylan - "Fallen angels"
Cada día, en cualquier parte del mundo, un desconocido abre su catálogo de vinilos con Bob Dylan entre los títulos destacados. Pero desde hace un tiempo, como un historiador revisitando hitos, fechas, personajes, el cantautor estadounidense ha empezado a desempolvar los almanaques, buscando recordar mejores épocas. Lo hizo en "Shadows in the night" (2015), en un ejercicio de reconstrucción de diez temas grabados originalmente por Frank Sinatra, en tiempos en que "La Voz" era el mayor y mejor espectáculo del mundo, y ahora repite la práctica con "Fallen angels", una suerte de antología que cruza a algunos compositores trascendentales de Estados Unidos con el hombre de "Fly me to the moon".
Y en ese juego de roles, Bob Dylan no se pone el traje de nadie más que de Bob Dylan. Porque el sonido de violines evocativos y guitarras que interpretan el ritmo de la noche se ponen al servicio de la voz resquebrajada y agrietada del icónico cantautor de 75 años. Un artista reconvertido en
crooner durante doce canciones, como doce momentos de cuando el cancionero popular estadounidense aún no era asediado por el rock y el pop que le despojó del trono -y que, paradójicamente, el músico ayudó a arrebatar-. "Melancholy mood", cantada desde el rinconcito de un bar hablando de tiempos que hay que dejar atrás, o "Young at heart", en sintonía con la idea de que "los cuentos de hadas pueden hacerse realidad si usted es joven de corazón", narran la historia de un hombre que ha sabido envejecer.
"La pasión es un juego para el hombre joven. La gente joven puede ser apasionada. La gente mayor tiene que ser más sabia", dijo el responsable de "Like a rolling stone" en una entrevista con el periódico dirigido a los adultos mayores más importante de Estados Unidos. Que si ya estuviste en ese lugar por un buen rato, hay que dejarles ciertas cosas a las próximas generaciones. Desde que hiciera su aparición en el imaginario musical norteamericano influenció a varias de ellas, y es momento de bajar la velocidad mientras mira por el retrovisor. Bob Dylan es un hijo de su tiempo y, por eso, puede regresar a él cuantas veces quiera.
Car Seat Headrest - "Teens of denial"
A Will Toledo, su música le ha servido como una ida al psicólogo. El cerebro de Car Seat Headrest, de 23 años, publicó 12 discos en Bandcamp durante los últimos seis años, como un desahogo a sus días tristes o la desconfianza en sí mismo. Defecto que de a poco ha ido trabajando, porque para su último álbum "Teens of denial" contrató a tres músicos para que lo acompañaran y en "Fill in the blank", la primera canción de la placa, dice "inténtalo de nuevo". Una pequeña flor que crece en un pantano de versos emo, desinterés en levantarse de la cama y abrir las cortinas para ver el sol, escondiéndose para escribir un nuevo capítulo de su diario de vida que suena a garage rock y power pop, fresco en su ejecución y auténtico en su propuesta. Los adolescentes crecen con pena, tienen rabia y necesitan descargarse.
"Teens of denial" libera energía de manera incontrolable. Desde el comienzo con la citada "Fill in the blank", la banda, que tiene su centro de operaciones en Seattle, Washington, provoca impaciencia, porque las primeras notas hacen querer pararse del asiento y ponerse a saltar. Si Japandroids y The Strokes fueran fusionados, saldría Car Seat Headrest, aunque el frontman de la agrupación se apropia del ruido como a Julian Casablancas le ha costado cada día más. Tanto "Destroyed by hippie powers" como "Vincent" lo demuestran, con unos
riffs de guitarras gastadas que surfean insolentes sobre una percusión dub -en un guiño al rock británico de los 90-, mientras retrata el cinismo de la sociedad de la que es parte y de la que es imposible restarse.
Eso sí, el que se eleva como himno de su generación indie es "The ballad of Costa Concordia". Una pieza de once minutos de duración que crece en razón de las preguntas sin respuestas que plantea -"¿cómo iba a saber...?", se escucha en repetidas oportunidades-. Porque nadie te enseña a manejar tu vida, y chocar contra la muralla es más fácil que no salirse del camino. Ese es el gran mérito de Will Toledo, un joven simplón de aspecto
nerd que como nadie sabe lo que sienten sus coterráneos a esa edad. O más bien, lo sabe tal y como ellos, porque es parte de esa camada asustada. "Teens of denial" es el triunfo de la gente común, esa que cuenta las victorias con los dedos de las manos.