La Orquesta de la Toscana es de esos conjuntos que muestran un excelente ánimo, con músicos que intercambian sonrisas cómplices y que revelan con gestos y movimientos cuánto gozan haciendo música de la mano de su vehemente e histriónico director, Daniele Rustioni. Como parte de la Temporada "Fernando Rosas" de la Fundación Beethoven, el conjunto hizo su segunda presentación el martes (en la víspera había actuado en el Municipal de Las Condes), en el Teatro de Carabineros, con un público infantil y juvenil tan entusiasta como ruidoso.
El programa, que el conjunto repitió exacto en su gira latinoamericana, abrió con la Obertura de "La Italiana en Argel" (1813) de Rossini, servida enfatizando los célebres crescendi rossinianos, en que un motivo se repite desde casi lo inaudible (que Rustioni marcó agachadísimo) y que va haciéndose cada vez más sonoro a medida que se suman las fuerzas orquestales, todo mientras se acelera. Imposible no reaccionar como lo hizo el público, feliz con una música que satisface las más habituales expectativas.
En un espíritu muy parecido siguió el Concierto para violín Nº1 (1817) de Paganini, en el que la solista Francesca Dego pudo sortear la mayoría de las enormes dificultades técnicas, pero que en muchos casos se convirtieron en los árboles que no dejan ver el bosque. Como encore , Dego ofreció el Capricho Nº 10, Vivace , en Sol Menor del mismo Paganini.
En la segunda parte, la Quinta Sinfonía (1808) de Beethoven, cuya concepción compleja en ideas y desarrollo permitió que afloraran todavía más las diversas personalidades que conforman la Orquesta de la Toscana: el sello italiano se notó por todas partes, desde la cadenza del oboe en el primer movimiento, que un gracioso y musical Nicola Patrussi tocó con toda holgura y parsimonia, hasta los ataques certeros y cortos, con un pulso difícil de encontrar en las versiones más al uso. La famosa transición entre el tercer y cuarto movimientos se benefició de la experiencia con crescendi rossinianos: aunque aquí no hay que acelerar, la manera en que se llevó el misterio que desemboca en el afirmativo tutti fue muy gratificante.
Para agradecer " il calore, la passione " de la ovación, Rustioni remató con la Obertura de "El barbero de Sevilla" de Rossini.
Conciertos como este, con obras que son un hit asegurado, funcionan. Pero, de acuerdo con la tradición de esta temporada, se echa de menos programas que incluyan obras decididamente contemporáneas, que están en los repertorios de conjuntos como la Orquesta de la Toscana.