Es interesante observar que a pesar de los millones de espejos que hay alrededor, el hombre no sepa jamás cómo es en realidad, cómo se ve, cómo lo ven. Uno puede recordar nítidamente la cara de un amigo, nunca la propia. Ya tenemos un problema con esto que nos piden a cada rato... Conócete a ti mismo. Y más allá de la imagen real, resulta que tampoco podemos del todo, tal vez porque no podemos mirarnos como a un extraño, como un otro ajeno a mí mismo. Solo así podría tener eso que llaman "una visión objetiva" de mí mismo.
Nadie sabe, por ejemplo, qué capacidad de sufrir tiene hasta que la vida le depara un gran dolor, como en esas aguas quietas de las piletas que no hacen sospechar que podrían ponerse bravas en un temblor, por ejemplo. Cuando el agua está helada, nadie podría imaginar que esa misma agua puede hervir hasta convertirse en vapor y desaparecer.
Cómo saber, por ejemplo, si la modestia de alguno es honestidad o soberbia. Cómo descifrar si una persona es de buen carácter y de irreprochable capacidad intelectual, que nunca admite sus pequeñas debilidades y sufriría enormemente si se mostraran, porque serían una pérdida para su reputación. Versus el otro, que parece solo miserias y defectos y es por dentro tan fuerte que se da el lujo de que en su identidad pública sus defectos no lo pongan inseguro.
Todo lo anterior, solo para preguntar ¿por qué cuando juzgamos a otro nos ponemos nosotros como ejemplo?
"Yo habría...." decimos, como explicando cómo debe ser o cómo se debe hacer algo.
Ok. Pero eso no ayuda a entender. Más bien dan ganas de contestar: "Tú no eres yo, no me sirve".
Resulta más útil el ejercicio de intentar comprender al otro desde lo que el otro es o puede ser, o suele ser. O preguntar, por qué, qué te paso, qué sentiste, sabías que me herías a mí y a tu padre con tu acción o no me viste cuando actuaste. O yo soy tan distinta, me cuesta entender. Lo que sea, menos decir YO HABRÍA. Yo nunca haría eso... Yo antes me muero que herir así a los que quiero... Yo soy transparente, no haría una locura así, etc.
Nada aleja más a quienes queremos que el juicio que no incorpora a quien se equivocó, sino que pone como protagonista a quien observa.
"Resulta más útil el ejercicio de intentar comprender al otro desde lo que el otro es o puede ser, o suele ser".