Mauricio Bustos da a su dirección de "Un Jardín Secreto" de Jorge Díaz, que se presentó en la Muestra de Dramaturgia Nacional del año 2003 como "Fugitivos de la Ausencia", un tono de mayor esperanza y teatralidad. Se apoya en la última escena, y desdibujando un poco el carácter de fugitivos de una ausencia que se ha ido instalando en ellos al olvidar su pasado, destaca la alegría de Engracia y Mariano ante la posibilidad de ingresar al jardín secreto, del que él tiene la llave.
Como hace Jorge Díaz en la mayoría de sus obras, mira a sus personajes con cariño, los coloca en una situación reconocible y les asigna rasgos que los hacen queribles y verdaderos; nos induce a sentir hacia ellos un cálido afecto y que nos produzcan una sonrisa. Pero la situación en sí misma es de pesar: pasean en bicicletas que no se mueven, se encuentran furtivamente en una iglesia que no es tal, desde un lugar de ahí cerca quieren mirar el mar que está demasiado lejos, y con una sensación más bien borrosa de haberse conocido con anterioridad quisieran iniciar una nueva aventura amorosa. Todo es incierto, hasta la luz del semáforo, que es solo un rojizo resplandor, y la música sacra de la iglesia que es apenas reconocible.
Esta puesta en escena acentúa también su carácter de espectáculo. Jorge Díaz ponía mucho cuidado en el uso de las palabras pero aceptaba sin problemas que directores y actores alteraran alguna parte de sus textos si con eso llegaban a darle más vida. En esa línea, Mauricio Bustos se permite que sus actores canten un tango, que en el texto original era solo una broma sobre Carlos Gardel, y que bailen un movido mambo, con el que arrancan aplausos.
En la obra transitamos por imprecisos recuerdos y claros olvidos. Nos reímos cuando Engracia se refiere a asuntos sexuales y Mariano se siente un poco descolocado; toda la obra está llena de humor, aunque sea una risa un tanto triste. Es una situación teatral, pero los olvidos en la tercera edad, los abandonos, las incertidumbres son reales. A pesar de eso se nos empieza a formar una grata sensación que llega a ser predominante: lo perdido puede recobrarse, en medio de precariedades y carencias, está también la poesía, el reencuentro, la ilusión de un renacer. Ellos pueden iniciar una nueva aventura, ir a ese jardín secreto, tener ese amor que les parece podría ser prohibido. Y nosotros tendemos a pasar por alto que todo esté dentro de una casa reposo a la que los llevaron.
La obra tiene un sencillo dispositivo escenográfico que dominan dos bicicletas fijas; hay tres paneles al fondo en los que se proyectan fotografías de familiares y una ventana que da a un jardín. Una serie de elementos apenas insinuados nos colocan en el clima de imprecisión y ambigüedad que busca producir la obra: no vemos la luz roja del semáforo, es solo un leve reflejo rojizo; dicen que están en la penumbra de la iglesia pero el lugar está bastante iluminado, la música sacra apenas se insinúa. Y así nos vamos dando cuenta de que lo que creímos ver no era exactamente así.
Ambos actores se complementan bien y proyectan con gracia sus transiciones.
Al principio, Gaby Hernández pedalea con demasiada energía y está muy sonriente, después es recatadamente evasiva, lo que hace más graciosa la desenvoltura con que se refiere a asuntos sexuales, y cuando se suelta el pelo sonreímos con su actitud de conquista a Mariano, que con todo lo entrador que parecía al principio resulta más bien tímido; pero retoma, o Engracia le concede, una actitud protectora. Es poético su regalo de una cajita con un saltamontes y se ve feliz y seguro cuando invita a Engracia a ir a ese jardín secreto.
Como siempre, Jorge Díaz nos sorprende con su capacidad para crear personajes emotivos en situaciones que sentimos verdaderas y que nos hace falta asumir. Con todo el dolor que encierran, nos hacen pensar que es posible reconstruir lo que se ha roto, que el perdón enaltece y que más calidad humana que el grito y la violencia tienen la comprensión y la acogida.
"Un jardín secreto"
Dramaturgia: Jorge Díaz
Lugar: Teatro Centro Cultural de Las Condes
Apoquindo 6570
Fechas: Hasta el 19 de junio
Sábados, a las 20:00 horas y domingo, a las 19:00 horas
Entradas: $6.000 general y $4.000 tarjeta vecino. Hay estacionamiento gratuito en el lugar