Violenta, una instalación invade, avasalla el vasto espacio neutro de la sala principal de Galería Patricia Ready. Se trata del trabajo último de Marcela Correa. Su inocente título "Corral" encierra muchísimo más que el rústico, el campesino espacio para encerrar animales que, aparentemente, representa. Sí, aquí, la rusticidad de la piedra y la madera dominan cuantitativamente. Sin embargo, la concurrencia del fieltro y del bloque de ónix introduce un factor de ambigüedad, a primera vista, desconcertante. Ellos, de todos modos, se caracterizan por sus dimensiones enormes, y por la intensidad cromática, en el caso del tejido. La obra, pues, está constituida por una larguísima rama de leño natural, descortezado y ensamblado, de grosores variados, que demarca un territorio. Su longitud, afirmada dos veces por horcones de ramas, le permite definir un territorio serpenteante, más o menos elíptico. Además conforma un arco que se abre a uno de los protagonistas más inesperados del conjunto: un gran bloque de ónix sostenido por dos bolas de bronce pulido. Asimismo, sorprendentes resultan, en otro extremo de la instalación, los dos peñascos poderosos, a cuyo ensamblaje separa un insólito paño del azul más vibrante. El gris ocre y el ocre pétreos se vinculan, pues, por el potente color contrastante e introducen una sensación en el espectador que progresa desde el rechazo y la inseguridad hasta de temor. Un efecto similar provoca la presencia del metal junto a la masa del paralelepípedo pétreo que apoya.
Como sucede con esta vertiente contemporánea de las artes visuales, el aporte flamante de Correa se presta para múltiples interpretaciones. La primera que nos produjo su contemplación podría traducirse en la materialización de un escenario, refinadamente bárbaro, donde se llevaría a cabo, periódicamente, un recóndito rito ancestral. Tenemos, entonces, el círculo mágico -o su aproximación- que fija el entorno; dentro suyo, el ara del sacrificio con sus incisiones y aberturas para que escurra la sangre; el ídolo no figurativo al cual se ofrece la víctima animal o acaso humana. Sea esta o no una visión acertada, se desprende del original trabajo una magia enigmática que, mientras más se mira, más convence al observador de su propia lectura.
La estadounidense Christy Gast expone en el altillo de la misma galería. Son trabajos en pequeño formato, murales y abstractos, cuya particularidad consiste en pedazos de fieltro teñidos con tinturas naturales obtenidas de plantas, musgos y hongos del bosque de Tierra del Fuego. Probablemente lo más individual del conjunto se concrete en la forma con una incisión circular que se abre en una especie de lengüeta colgante y que se reitera tres veces. También cabría asociarla con los globitos que, en el cómic, contienen el texto.
Más atrayente que la autora anterior nos parece, dentro del ámbito de material y procedimiento semejantes, la joven chilena Josefina Concha. Así, en Galería NAC, ofrece lanas cosidas con hilo sintético que dejan ver una elaboración más compleja y provista de una mayor presencia corpórea. Son, entonces, textiles que amalgaman blanco, negro y azules en proporciones diferentes. Mediante ellos aparenta evocar cortes transversales de un tronco arbóreo -lo que hizo hace tantos años atrás y con tanto talento Francisca Sutil-. También cabría relacionarlos con mapas de las cotas topográficas de un terreno. Un adecuado montaje, que los coloca hacia los bordes de los muros, resaltan estos diálogos curvos de bien definidas ondulaciones.
Galería Isabel Aninat exhibe a Francisca Eluchans. Si otrora entregaba cajas con visiones urbanas, ahora se trata de cajas de luz y muros de espejos que construyen una escenografía protagónica de piedras auténticas y fotografías con color de paisajes rocosos montadas sobre metal. Se advierte allí una voluntad de someter a la geometría reguladora estas imágenes de un mundo pétreo. Y los espejos resultan ser quienes cumplen ese cometido. Establecen cortes duros, horizontales y oblicuos, capaces de trastocar las visiones naturales. También hallamos instantáneas sujetas a los dobleces del material de soporte, lo cual les comunican cierta condición de esculturas. Entre estas destaca aquella donde una vivienda diminuta se asoma en medio de los artificiales pliegues oblicuos que corren de arriba a abajo, sugiriendo la ladera pronunciada de un monte. Las cajas, en cambio, ostentan un sentido más bien pictórico. Respecto de la instalación ejecutada con los mismos materiales, su ordenamiento falla por la elevación exagerada del sector de los cielos y cuya coloración azulosa perturba la bonita armonía del cromatismo de las rocas.
"Corral"
Ambigüedad y grandeza en la instalación de Marcela Correa.
"Field Work"
Lanas teñidas de Christy Gast.
Lugar: Galería Patricia Ready.
Fecha: Hasta el 3 de junio.
"Sempiterno"
Abstractas costuras en fieltro de Josefina Concha.
Lugar: Galería NAC.
Fecha: Hasta el 21 de mayo.
Geometría para paisajes rocosos de Francisca Eluchans.
Lugar: Galería Isabel Aninat.
Fecha: Hasta el 30 de junio.