Nada como una lluvia de desastrosas consecuencias o como un funeral de Estado para volver a sintonizar con la Tv local; más precisamente, con el último bastión de identidad que va quedando en una industria azotada colectivamente por la crisis del avisaje y la necesaria baja de costos que -en la abrumadora mayoría de las áreas programáticas- se ha traducido en un franco descenso de la calidad.
Los departamentos de prensa son los que mejor han resistido a esta tormenta y así lo demostraron en sus coberturas del último desborde del río Mapocho y la muerte del Presidente Aylwin, elevando los ratings de la TV local respecto de las señales de pago.
Canal 13, por lejos, se llevó las palmas el fin de semana pasado, cuando las obras de la Costanera Norte causaron la inundación del corazón comercial de la comuna de Providencia. Fueron sus equipos los mejor ubicados y los más oportunos a la hora de entrevistar a los responsables y de denunciar la magnitud del perjuicio.
El mismo canal también peleó el liderazgo informativo apenas conocida la muerte de Aylwin, pero ya con la semana hábil en régimen, tuvo un claro contendor; el líder en audiencia, Mega.
Canal 13 y Mega fueron los canales donde más se trasuntó la previsión, el vigor, la evidente preparación para la despedida de una figura histórica que llevaba meses en precarias condiciones de salud.
En "Tele 13" fueron valientes a la hora de dimensionar desde el primer momento al político que tuvo como enemigos, equivalentes, a Allende y Pinochet. En "Ahora noticias" se lucieron en el descubrimiento de su intimidad. Logrando un conmovedor reportaje que incluyó a sus hermanos, todos igual de longevos, pero no igual de públicos, porque Mega también rescató a Carmen, una dueña de casa común.
Ver noticias esta semana fue un verdadero acto de reconciliación con la TV local, incluso con los canales que están lejos de liderar en sintonía o calidad. En la pantalla de TVN se lograba transmitir el sentimiento de luto y solemnidad de un canal público, y en CHV hasta se valoraba la honesta pero cuestionable opción de no partir el noticiario con el funeral.
Porque, como en todo acto de perdón, lo clave de esta semana fue la capacidad de los canales de reencantarnos con algo que es parte de su verdad, de su identidad, de su misión y que -afortunadamente- no han cedido: la información oportuna y de calidad.
Prensa, ya está dicho, es la única área en todos y cada uno de los grandes canales que mantiene claridad sobre su mandato. Y que aún se valore eso es una gran noticia, una verdadera esperanza. Porque, más allá de aisladas excepciones particulares, el resto de los departamentos programáticos -entretención, ficción, etcétera- aún no se repone de los embates de la crisis ni retoma un rumbo que permita a la TV local volver a ser una sola, un solo referente conjunto al que mirar.
La televisión bien puede ser vista, más que como una industria, como una institución. Y este reencuentro informativo demostró que ella todavía puede salvarse de la gran crisis que se vive a nivel nacional. Ya no sorprende a nadie que cada día haya más gente que dice: ya no veo tele local. Una lástima. Otra confianza que recuperar.