¿Un director de gran poder formal esconde necesariamente a un autor? A Hitchcock lo trataron como un buen artesano y ya vemos el lugar que tiene hoy. La historia con Hawks no ha sido muy distinta. Kubrick, en cambio, logró posicionarse como "autor" bastante rápido, pero algunos creemos que es más cáscara, y con cierta satisfacción vemos cómo su cine pierde entusiasmo. Con De Palma aún no podemos hacer un juicio definitivo; ¿muestra un conjunto común de preocupaciones, recursos y mirada sobre la existencia, cierta unidad moral que permite hablar de un autor?
Para explorar esta pregunta en torno a Quentin Tarantino (1963) se organizó un ciclo en el Centro de Estudios Públicos. Sus primeras películas tienen ya más de 20 años y parece válido mirarlas ahora sin el ruido, la onda y el entusiasmo que despertaron cuando fueron estrenadas. No hay que olvidar que "Perros de la calle" (1992) y "Tiempos violentos" (1994), sus dos primeras películas, aterrizaron como meteoritos. Quizás recién hoy se pueden ver las películas de Tarantino sin el ruido del tarantinismo.
Comparto algunos apuntes que, gracias a los comentarios de los críticos y guionistas Daniel Villalobos y Gonzalo Maza, hemos sacado en limpio en el ciclo que continúa este miércoles con Héctor Soto y Constanza Michelson:
-El tema del castigo y del padre castigador es dominante en las dos primeras cintas de Tarantino. Los personajes castigan o huyen del castigo. Se suele tratar de una amenaza física motivada por la traición, el deseo o la simple autonomía. Ambas contienen figuras de padres feroces, con el poder de administrar este castigo.
-El cine de Tarantino es escasamente realista. No solo por las situaciones que plantea, sino por los diálogos. Es difícil imaginar que sus personajes podrían hablar con la creatividad, el brillo y la lucidez con que hablan en sus películas. Pero su intensa actitud y actuaciones donde no hay flaqueza le permiten salirse con la suya.
-Genera una excitación de la que es difícil liberarse. Diálogos, música, tensión narrativa y reciclaje de elementos bastardos de la cultura se funden con naturalidad. Sus mejores películas son universos densos, de alta sensualidad y múltiples juegos de erudición pop.
-Tarantino es un gran escritor, un gran dramaturgo. Crea tensiones extremas con recursos clásicos, muy finamente trabajados. Anticipa de manera cómica información que luego será crítica. Llena de significado objetos irrelevantes, como los pies descalzos de Uma Thurman, un reloj antiguo, una bolsita con heroína. Manipula las reacciones del espectador sin que este lo note.
-Su cine es un constante péndulo entre lo excesivo y lo razonable, entre lo absurdo y lo sensato. Lo que parece excesivo en una escena, se vuelve natural y lógico en la siguiente. Y a la inversa. Incluso, una misma situación puede verse como excesiva o sensata según qué personaje la describa, o cuándo lo haga. Ese universo donde lo insólito se trata con normalidad, y lo normal se vuelve insólito, es parte de la fascinación que provoca.
-Tarantino teme a la emoción explícita como un gato al agua. La exposición de sentimientos rara vez es factible. Sus personajes se mueven por temor, excitación, lealtad, afán de control. El simple afecto, el cariño, es un ave rara.
-Es un estilista. Pese a que prefiere la planificación clásica, cada plano está cuidadosamente armado. Usa largos y complejos planos secuencia, que hacen sentir todo más "real" y vívido y, al mismo tiempo, crea un efecto hipnótico, una ensoñación, que es una marca registrada de su cine.