The Lumineers - "Cleopatra"
Corría 2012 cuando The Lumineers despachó el hit más transversal de la temporada. "Ho hey", de su disco debut homónimo, se convirtió en un himno: infalible en las radios, indispensable en las fiestas y elegida por las marcas para sus comerciales intentando retratar unión, celebración y felicidad. Una canción sin pretensiones, de una banda sin pretensiones, que sonaba como un grupo de amigos con ganas de folk rock pasando un buen rato, jugando al ritmo de pregunta-respuesta con el "Ho" y el "Hey". Con ese hallazgo, los músicos de Denver, Colorado, con base en Nueva York conquistaron al mundo, pero no quisieron abusar de ese recurso que los catapultó a las primeras planas. En "Cleopatra", su nueva placa, el quinteto toma el carril contrario, para sobresalir con algo más que un par de gritos pegajosos.
Porque la pareja de compositores compuesta por Wesley Schultz y Jeremiah Fraites escarban en el blues para hablar de amores pasados pero que aún queman en "Ophelia", de la juventud que no resultó tal y como se pretende en "Cleopatra" y de un futuro que está lejos de ser esperanzador en "Angela". En un trío de temas protagonizados por mujeres que parecen vivir dentro del mismo universo, en una ciudad desconocida para todas de la que solo queda escapar, pero con la valentía para hacerlo. Una épica que se traduce en la sonoridad de "Gale song" o "Sleep on the floor", con la percusión como atracción, antes del gran final con la hermosa y simple balada instrumental "Patience".
Los dos cerebros detrás de The Lumineers entendieron que era imposible forzar un segundo "Ho hey", por lo que "Cleopatra" se aleja completamente del formato del hit radial. Eso sí, aunque está compuesto mayormente de atmósferas introspectivas, su nuevo álbum está lejos de una densidad complicada de disfrutar. Así como Mumford & Sons dio una vuelta de timón con "Wilder mind", Schultz, Fraites y compañía demuestran que son capaces de emprender un viaje tan osado como las mujeres protagonistas de su disco. Y con ello, ser recordados por algo más que solo una canción.
The Last Shadow Puppets - "Everything you come to expect"
Tras el descomunal éxito de Arctic Monkeys con sus dos primeros discos -el debut récord "Whatever people say I am, that's what I'm not" (2006) y "Favourite worst nightmare" (2007)-, su líder, Alex Turner, hacía la transición de chico-nerd-espinilludo al joven-zorrón-indiferente que conocemos hoy. Al mismo tiempo, reforzaba su amistad con Miles Kane, músico de Birkenhead en Merseyside, Inglaterra, uno de los tantos seguidores de la guitarra de Johnny Marr y de la exposición estilo hermanos Gallagher. Dos bombas cargadas de ego que se programaron al formar The Last Shadow Puppets y que estallaron con su primer disco "The age of the understatement" (2008). La misma desfachatez con la dejaron el proyecto olvidado, casi como un capricho, pero con la arrogancia para volver ocho años después.
"Everything you come to expect" (¡vaya título!) le hace justicia a su nombre, hablando de esas chicas con las que estuvieron y dejaron después de transformarse en un problema en "Bad habits" o en "Sweet dreams, TN", pero que cobran venganza cuando Turner canta "No puedo olvidarlos a ti y a él" en el single que da nombre al disco, donde incluso ganan como perdedores, musicalizando la pérdida de manera satírica, casi jactándose con un "tú te lo pierdes". Además, aparece la sombra de Josh Homme -cerebro de Queens Of The Stone Age e ideólogo de los últimos trabajos de Arctic Monkeys e Iggy Pop- en "Used to be my girl", como un paseo sexy por una carretera desértica; y la completa intervención de Owen Pallett en el sonido cinematográfico de las guitarras y los violines de "Aviation" o "Dracula teeth".
Alex Turner y Miles Kane hacen alarde de las mujeres, el sexo y de sus propias figuras. Y, por si fuera poco, contrataron una orquesta de 29 integrantes para los arreglos de cuerda y vientos, en un álbum que fueron a grabar en un estudio en Hollywood. Pretensión en cada uno de sus niveles. Pero como el chico malo que termina conquistando a toda quien lo odió, "Everything you come to expect" funciona en esa línea. Primero enfurece por el aire de superioridad del dúo, luego se hace imprescindible para seguir odiándolo y termina por convertirse en un disco adictivo.
Bastián García