Todos los que amamos a otros tenemos al menos un juicio negativo sobre su comportamiento, su manera de ser. Conocemos sus defectos, y a veces nos parece casi imposible admitir que podamos querer tanto a alguien tan insoportable o tan impulsivo, o tan antipático. Sin embargo, los seguimos queriendo cuando hay una historia de vínculos tan fuertes, que romper esa relación sería casi como traicionar nuestra historia.
En las parejas esto es así de manera irremediable. Cuántas parejas conocemos en que la propia mujer que está diciendo las peores cosas sobre su marido estaría dispuesta a todo por ayudarlo o por mantener su amor.
En las familias, esto es también así. Pero son los estilos familiares los que van conformando el tipo de vínculo que se establece con los "propios". En los clanes, haga lo que haga uno de sus miembros, el resto esta ahí para apoyarlo... lo que no significa que no tengan juicios negativos respecto de su acción. Juicio y amor no tienen por qué ser compatibles.
En estos tiempos donde los vínculos son cada vez más frágiles, tener algún espacio de certeza es fundamental. Certeza respecto del cariño, del amor. No respecto del juicio que se haga de nosotros. Las familias son particularmente importantes en esta ecuación. Los vínculos cambian, se pierden. Ya no hay trabajos que duren 30 años, amigos de toda la vida, relaciones íntimas que resistan los avatares de la vida. La gente cambia, y con el cambio de vida cambian también muchos de sus vínculos. Lo que permanece es la familia.
Cuando he trabajado en cárceles y veo a las familias de hombres asesinos, ladrones, estafadores, llevándoles comida, abrigo, pasando frío, pero manteniendo las visitas a pesar de lo que sea, pienso en lo importante que es para el preso en cuestión saber que más allá del juicio que tengan los que hacen las colas, el amor es el amor.
En mi consulta como psicóloga veo cada vez más cómo el abandono de la familia a propósito de algún "pecado" cometido es vivido como una ruptura tan dolorosa como ninguna otra. Tal vez el perdón es para la psiquis una necesidad indispensable en su estabilidad. Para quien perdona y para quien es perdonado.
Aunque los matrimonios duren cada vez menos, la vida se haga cada más difícil, el tiempo se haga tan poco y las obligaciones tantas, aunque los pecadores abunden, el amor, a pesar de todo, parece ser el bien más preciado y más añorado.