El Fondo Monetario Internacional ha degradado su pronóstico de crecimiento para Chile a un humillante 1,5%. La Cepal es más benévola: nos da 1,6%. Para ambas entidades la principal causa del problema es externa, pero la pregunta pertinente es qué estamos haciendo nosotros para sobreponernos a la adversidad y volver a crecer. Por eso, es positiva esta suerte de lluvia de agendas que se ha desatado, con 22 medidas anunciadas por el Gobierno, las 21 recomendadas por la Comisión Nacional de Productividad (CNP) y las 109 que contiene el amplio y macizo informe de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC).
Podrá criticarse que muchas de las medidas listadas son imprecisas, que a menudo solo proponen nuevos estudios o plantean aspiraciones y no soluciones. Pero aun así, valoro que el Gobierno -rectificando su anterior desdén por las políticas procrecimiento- identifique desafíos específicos, como destrabar las exportaciones de servicios. Celebro, también, que la CNP rescate buena parte de las propuestas todavía pendientes de la Agenda de Impulso Competitivo, que cinco años atrás me tocó liderar, y que la CPC tenga la visión de promover una batería de iniciativas para hacer a nuestros mercados más dinámicos y competitivos, aunque ello pueda no siempre convenir a los intereses de algunos de sus miembros. Las agendas señaladas parecen delinear una suerte de consenso técnico, el cual, si es representativo del país -y cabe recordar que en la CNP hay opiniones políticas muy diversas-, daría buenas razones para mirar nuestro futuro con optimismo.
Ninguna de las medidas propuestas es determinante por sí sola, pero en su conjunto configurarían un cuadro favorable al crecimiento. Inevitablemente, sus efectos toman tiempo en hacerse sentir. Mientras tanto podrían ayudar a levantar las alicaídas expectativas económicas. Conspira contra ello, eso sí, la "obra gruesa" que el Gobierno dice haber construido: las agendas proyectan las "terminaciones" de un edificio muy diferente a ese, porque fomentan el emprendimiento, la competencia y la innovación. Esa contradicción impide que los anuncios, aunque valiosos, inspiren confianza.
Promover la productividad exige vencer la resistencia de los intereses creados. Cuando Uber, modelo de innovación disruptiva y competitiva en el mundo, es calificada de "pirata" por un ministro, cabe dudar de la disposición del Gobierno a disgustar a los grupos de presión. Para dar la señal contraria, mi sugerencia es simple: como 8 de las 14 medidas específicas que recomienda la CNP corresponden a proyectos de ley que hibernan en el Congreso desde el gobierno anterior -apertura del cabotaje marítimo, firma electrónica, sistema notarial, contratos laborales para estudiantes, entre otros-, propongo que el Gobierno recabe ya de esa comisión su opinión respecto de ellos y los someta a trámite parlamentario urgente.