Álex Anwandter - "Amiga"
En "Rebeldes" (2011), el primer disco solista de Álex Anwandter lanzado con su nombre real (anteriormente fue Odisea), el ex líder de Teleradio Donoso allanó el camino sobre las problemáticas que requería plantear desde su experiencia. Luego vino la realización de su primera película "Nunca vas a estar solo" (2016), que tuvo una triunfal respuesta del público en el Festival de Cine de Berlín. Y dentro de esa corriente creativa el músico local publica "Amiga", su última placa, donde canta con fiereza contra los vicios de nuestra sociedad, como discriminación a la comunidad homosexual.
El álbum se dibuja, así, desde una idea musical ilimitada por parte del artista, que esta vez no quiso adherirse a un sonido en particular. Tras el house en "Traición" -con unos guiños a Daft Punk-, el electropop de "Siempre es viernes en mi corazón" o la emoción de la balada acústica en "¿Qué será de ti mañana?", Anwandter habla de machismo y homofobia como los temas más urgentes que "Amiga" quiere exponer. Y de forma directa: "El Congreso piensa que estoy enfermo", dice en la mencionada "Siempre es viernes..."; u "Hoy soy mujer, el maricón del pueblo, aunque me prendan fuego", proclama en "Manifiesto".
Con esto, además, configura una manera de visibilizar esa violencia que sufren día a día otras personas. Como con esa relectura a "Corazones rojos" de Los Prisioneros en "Mujer", donde el músico canta "Y en este mundo mi palabra es la ley y tu sentencia se hace tan mujer". Y el mensaje se extiende con muchas otras voces, incluso dentro de un contexto latinoamericano: la mexicana Julieta Venegas en "Caminando a la fábrica" junto con Ale Sergi y Juliana Gattas de Miranda! en "Siempre es viernes..." tienen su espacio. Un trabajo osado en su sonido y comprometido en su discurso. La reflexión política más cruda de Álex Anwandter.
Weezer - "Weezer (White album)"
La historia reciente de Weezer puede ser comparada con una enfermedad casi mortal, donde los restos de la banda fueron recuperados del infierno donde se estaban consumiendo. Después de haber remecido los noventa con "Weezer (Blue album)" (1994) y "Pinkerton" (1996), el paso al nuevo milenio solo trajo desgracias. Una consecución de discos para el olvido y singles que sonaban a una parodia de sí mismos, dejó a la banda de California al borde del desahucio. Por eso, el lanzamiento de su anterior trabajo "Everything will be alright in the end" (2014) significó una muestra de redención que se extiende con "Weezer (White album)", que si bien es incomparable con la primera parte de su discografía, cuenta con grandes canciones.
Desde la apertura del álbum con "California kids", con esas notas que retroceden el tiempo al punk rock de los noventa, en el borde costero de Los Angeles, con zapatillas Vans y patinetas; pasando por la incomodidad de "Thank God for girls", un sencillo incomprendido, donde Rivers Cuomo -el líder de Weezer- no reivindica al género masculino ni el desentendimiento del feminismo, sino que reflexiona sobre los miedos de la masculinidad; "King of the world", dedicada a su esposa; hasta "L.A. girlz", una balada en clave rock que demuestra la facilidad del
frontman para retratar los dramas del amor desde la mirada de los
nerds.
El color blanco que envuelve a la portada del disco y, por supuesto, a su nombre, puede traducirse en pureza y renovación. Porque con "Weezer (White album)", la agrupación estadounidense encuentra una nueva etapa centrada en la simpleza de sus temáticas (un perdedor conoce a una chica que termina por romperle el corazón) y de su lírica. Y desde allí logra comenzar a pincelar un lienzo que por años fue acumulando un grueso de trazos repletos de errores. Ahora, la tela está limpia, la pintura fresca y la cabeza de Cuomo determinada al acierto. Es cosa de ponerse a pintar.