Es de esos descubrimientos que dan ganas de guardárselo y no contarle a nadie. Para que no se llene. Aunque ya los numerosos profesionales españoles jóvenes, de la última oleada de emigrantes que han llegado a Santiago, lo conocen. Y repletan sus mesas los fines de semana, y cada vez que hay partidos especiales de fútbol. Porque Formentera, un restaurante que lleva ya un año, en una antigua casa de Providencia, tiene una cocina estupenda. Nada qué decir. Para sentirse en casa, definitivamente. Hay salones más formales y todo un patio, con barriles de mesa y sillas a los costados, que le dan un aire informal y divertido.
Aquí, a diferencia de otro establecimiento cercano y experto en tapas, atienden amablemente y contentos de hacerlo. Hay otros que, de tanto éxito, tratan con descuido a los parroquianos. ¡Viva la competencia!
Para comenzar, un picoteo de la casa: un plato con pan crujiente, bocados de ensaladilla rusa y de tortilla de patatas, así como una pasta de tomate rallado con ajo y aceite de oliva. Sin exagerar, la tortilla debe ser de las mejores de la plaza. Con lo difícil que puede llegar a ser darle el punto exacto. Las croquetas, estupendas, así como los huevos rotos que llevan chorizo. Hay "bocatas" de calamares, de tortilla y de lo que se tercie. Boquerones, merluza austral, calamares y todo lo que se echa de menos de España. El "pescaíto adobado o el andaluz", de vicio.
Aquí se pueden comer tapas e ir picando o de platos. Lo que se prefiera. Para tomar, sangría, vinos o "benjamines" de Codorniú. Cada día de la semana tiene un plato especial. Habrá que probar el cocido.
Otro imperdible que no conviene perderse es el recién lanzado libro de Eduardo Brethauer: Vinos con cuento 2016 . Es entretenido y muy bien ilustrado. Aquí el "periodista, catador y viajero empedernido" se explaya con los valles, los consejos y los divertidos calificativos con que agrupa los diferentes vinos. Lujuriosos, bailarines, subversivos, excéntricos y aristocráticos, entre otros.