"Cooked" pone en escena el libro del mismo nombre de Michael Pollan, un escritor estadounidense que se ha esforzado en recuperar la relación que el hombre tiene con la naturaleza, especialmente en lo que se refiere a la comida, donde la relación se ha hecho distante gracias a la modernidad, la prisa y la mediación realizada por la comida industrial. El libro es de 2013 y aborda, con un punto de vista entre antropológico e histórico, la forma en que el hombre ha transformado los alimentos mediante la cocina.
La serie documental toma la estructura del libro y se organiza en los mismos cuatro capítulos -Fuego, Agua, Aire, Tierra-, cada uno de una hora aproximadamente. Es cierto que Pollan tiene algo de correcto activista de la Costa Este, que imagina un mundo donde agricultura y comida estén más cerca, donde los animales tengan una vida más digna antes de terminar en nuestros platos, donde nos demos más tiempo para cocinar, ya que cocinar es amor, es compartir y es sabiduría. Todo esto está muy bien, sin embargo el autor no pone suficiente atención a las dificultades estructurales de su propuesta, en cómo hacemos ese mundo ideal escalable, accesible en una sociedad de masas, donde el trabajo y el transporte diario ya utilizan de facto el tiempo que siglos atrás usábamos para cocinar. Es cierto que en determinado momento ofrece como alternativa el modelo de reparto de comida casera popular en Nueva Delhi, pero no enfatiza que este se basa en lo barato que aún es la mano de obra en la India. Con todo, Pollan ofrece apuntes interesantes, no es del todo merengue y ciertamente está lejos de la moral vegana. Hace una defensa apasionada de la carne y del gluten. No desprecia de antemano ningún alimento, siempre y cuando sea preparado por uno. Para cualquiera que tenga cariño por la cocina o un mejor vivir, aquí hay comida.
El auténtico problema de la serie documental está, más bien, en su calidad de serie. Al estructurarse en cuatro capítulos, de una hora cada uno, el material se siente aguado para ajustarse al formato. Hay momentos en que las imágenes o situaciones flojean, se hacen redundantes, innecesarias. Esto no hubiera sido un problema si la serie se la hubiese jugado por un estilo más derechamente cinematográfico, con tiempos adecuados para la observación, la ambigüedad en las imágenes, la contemplación de cierto misterio. En ese espíritu, desviaciones o reiteraciones entonces hubieran funcionado. En un contexto de entrega de información, ilustraciones y eficiencia audiovisual, tal como está planteado, "Cooked" no es, valga la metáfora, puro filete. A riesgo de dejar gran parte del libro original afuera, el material seguramente hubiera ganado en fineza, tensión y elocuencia en un formato de largometraje.
No es primera vez que sucede. Ahora que todo se serializa, olvidamos que una película, al seleccionar y destilar su material hasta el extremo, produce una unidad única, difícilmente repetible, que puede no funcionar, pero cuando funciona se convierte en una luz singular, una estrella que puede durar generaciones y volverse a ver muchas veces sin perder necesariamente su brillo. Para extremar el punto, si las series hubieran tenido en los setenta la relevancia que tienen hoy, "Taxi Driver" (1976) quizás hubiera terminado como serie. Pero no sería hoy "Taxi Driver".
Cooked
Serie documental dirigida por Alex Gibney, Caroline Suh, Peter Bull y Ryan Miller.
Con Micheal Pollan.
Estados Unidos, 2016, 240 minuto
(4 capítulos).