Evo Morales sufre de la paranoia de un querulante: delirio por presentar querellas en los tribunales. Su pleitomanía se hizo pública mucho tiempo atrás. Por años amenaza con toda suerte de demandas en contra de Chile.
Morales pretende volver a la Corte de La Haya para denunciar apropiación de las aguas del río Silala, reconocido como tal por Bolivia en el Tratado de Paz con Chile.
Obnubilado, afirma que el Silala es un bofedal o un manantial. Ni ega que sea un río transfronterizo. Hasta pretende ignorar que sus aguas escurren naturalmente desde el altiplano hacia Chile por la ley de gravedad, que si la conociera, intentaría derogarla.
Como escribiera Isaac D'Israeli sobre Carlos I de Inglaterra, destronado por su absolutismo, Evo sufre de "esa impaciente querulancia que lo traiciona en los momentos de debilidad".
Evo está débil. Perdió el referéndum. Por abrumadora votación le rechazaron su cuarta reelección. Fue especialmente derrotado en Potosí, donde nace el Silala. Quiere recuperar ese electorado para intentar otra reforma constitucional que le permita ser reelegido.
Está aislado en la región. Cuba mira a Estados Unidos, Cristina Kirchner fue sucedida por Macri y agonizan los gobiernos de sus amigos Rousseff, Maduro y Correa.
Su probidad está acosada por corrupción en su entorno. Millonarios contratos de obras públicas fueron asignados a una empresa china representada por una ex pareja presidencial que funcionaba en la oficina destinada a la Primera Dama de Bolivia.
No debemos fortalecer al Presidente boliviano y a La Haya anticipando que responderemos con contrademandas a sus querellas. Ese es su juego. Además, el anuncio de reconvenciones puede interpretarse que le reconocemos competencia a la Corte. Ya llegará el día en que finalmente se decida quitarle a Morales el piso que le da La Haya y denunciemos el Pacto de Bogotá.
Por años nuestra diplomacia intentó infructuosamente buscar acuerdos con Morales. Fuimos condescendientes con sus maniobras antidemocráticas que pusieron término a las presidencias de Sánchez de Lozada y de Carlos Mesa; lo apoyamos ante la supuesta insurrección de la provincia de Santa Cruz; se mantiene aún en secreto la protesta sobre la disposición constitucional boliviana que impugnó el tratado de paz; e intentamos negociaciones, que después usa en contra nuestra, incluso sobre las aguas del Silala.
Los cambios en Latinoamérica y la debilidad de Morales facilitan la diplomacia para promover los derechos territoriales, la posición y la institucionalidad chilena ante la comunidad internacional. Es inútil y contraproducente apaciguar con demandas o polemizar con un querulante.