Se nos acaba febrero y todos retornan a sus nichos. La ciudad pierde esa agradable condición dominguera en hora de siesta, se llena y se vuelve nuevamente incómoda. Pero, por fortuna, vuelve también a ser lo que es. No existe la ciudad vacía. Una ciudad vacía es, ya bien un bosquejo o un simulacro de fenómeno urbano, o bien, la ruina fantasmagórica de una cultura extinta. Pocas imágenes hay más señeras de un apocalíptico fracaso de la humanidad que una metrópolis desolada.
La ciudad es, en su definición más elemental, la aglomeración densa de una población que construye y soluciona su habitar en clave colectiva. La ciudad es, por lo tanto, intensidad y actividad. Quienes acuden a ella -y ésta es una de las teorías que explican su origen- buscan el encuentro necesario para producir un intercambio.
La ciudad originada como mercado tiene en su médula la producción y el excedente y, por lo tanto, es el lugar de la rutina y el trabajo. Lo opuesto a la visión bucólica del campo, de los parajes infinitos y de la deriva ociosa. La ciudad es, entonces, sinónimo de permanencia; sustentándose en esa idea una segunda teoría de su surgimiento: los pueblos hacen ciudades para poder establecerse, explotar la tierra y esperar su fruto.
Pero hay aún una tercera teoría sobre el origen de las ciudades que dice que la agricultura no fue razón suficiente para poner fin al trashumar de las tribus nómadas que, efectivamente, podían seguir deambulando en los periodos ociosos, mientras maduraban los cultivos. El arraigo definitivo estaría relacionado con el entierro afectivo de los difuntos y la necesidad de velar por el lugar de su sepulcro.
La ciudad a la que hoy regresa nuestra rutina es el lugar simbólico en donde están nuestros muertos; las memorias significativas a las que hemos fijado nuestra vida. Es el espacio en donde el tiempo presente se extiende para encontrarse con su historia; con las huellas edificadas de su pasado y con las preguntas acerca de su futuro. ¡Feliz retorno, urbanitas! La obra colectiva de nuestro magnífico castillo los estaba esperando.