Hace justo seis años, el país fue sacudido por uno de los más grandes terremotos de la historia. De la tragedia ya se ha dicho todo. Solo es momento de recordar cómo una mala decisión (descartar el tsunami ) causó grandes males al país .
La perspectiva del tiempo confirma que culpar a la actual Presidenta Bachelet por esa mala decisión era absurdo. En especial si la fuente especializada -la Armada- dio todas las señales equivocadas.
Y la gente lo entendió así desde el primer minuto.
De hecho, el tenaz esfuerzo del gobierno de Piñera de socavar el liderazgo de Bachelet, a raíz de su actuación en el 27-F, fue infructuoso. Los chilenos lo entendieron rápidamente: la tragedia era demasiado grande y la información disponible demasiado mala.
Pero hay algo que quedó para la posteridad: el famoso video de la Onemi de ese día. Esa imagen de la Presidenta, flanqueada por una poco capacitada directora del organismo, hablando por un antiguo teléfono blanco, se transformó en el emblema de la improvisación.
La paradoja es que ese video resultó ser extrapolable más allá del propio 27-F. Terminó siendo una especie de muestra representativa de la forma de gobernar de Bachelet. La buena intención mezclada con el voluntarismo. El débil equipo mezclado con las malas decisiones. El error de diagnóstico, la falta de liderazgo y la irresponsabilidad. Sin darnos cuenta, todo lo que vimos en ese video de la Onemi es lo que estamos viendo durante este segundo mandato.
Transcurridas algunas semanas desde el terremoto, Bachelet declararía que las decisiones que tomó iban en contra de su "intuición". Tal como había ocurrido con el Transantiago.
Lo curioso es que esa separación entre la intuición y la realidad volvió a aparecer más tarde. En la tercera gran tragedia que tuvo que enfrentar -el caso Caval-se lamentó de haber sido aconsejada de no volver, "pese a su "intuición". Es decir, en los tres grandes problemas que ha debido enfrentar -Transantiago, Terremoto y Caval (todos ocurridos en el mes de febrero)- su intuición decía una cosa y su actuación fue en una dirección opuesta.
Paradójicamente, esta semana volvió a aparecer la "intuición de Bachelet". En entrevista a la BBC dijo haber tenido la intuición de quedarse en la ONU, pero al final volvió "por convicción". Y la pregunta que queda por resolver es si este mandato -que cumple su primera mitad en los próximos días- no es su cuarto gran problema. Y si nuevamente su intuición no va por otro lado.
Curiosamente, esta semana también, una recargada Bachelet las emprendió contra sus críticos: "Hay un conjunto de agoreros que pronosticaron que no íbamos a poder hacer la reforma educacional o que sería un gran retroceso, y la verdad es que se equivocan".
El problema es que lo probable es que no estén equivocados. Más bien, ha sido como estar viendo el video de la Onemi en directo. Y todo se ha anunciado a su debido tiempo. La reforma tributaria mal hecha, la cero preocupación por el crecimiento, una reforma laboral que perjudicará el empleo y una reforma educacional que en muchos ámbitos terminará siendo contraproducente. La guinda de la torta es el "proceso constituyente", cuya ejecución y resultado son completamente inciertos.
Vanagloriarse hoy -como lo hizo la Presidenta esta semana- de los éxitos de la reforma educacional es como haberse vanagloriado a las 7 A.M. del 27-F de cómo se había enfrentado el terremoto. Lo prudente parece ser, al menos, esperar.
El problema no radica en que no sean necesarios los cambios. El problema radica en que la necesidad de cambios se está enfrentando de la misma forma que el 27-F, con voluntarismo, con improvisación y con irresponsabilidad.
A ello se suma que al fin se ha asimilado una alerta de tsunami que está presente desde hace un año -la crisis económica- la cual no había sido atendida por el Gobierno, salvo por el ministro Valdés. "La economía está lenta, y habrá que hacer algunos ajustes, pero vamos a priorizar", dijo la Presidenta. Pero un mal diagnóstico, cambios mal estructurados, escasez de recursos y la creación de una "sociedad de derechos sociales" no se pueden compatibilizar.
Bachelet, con su mochila cargada de reformas, se encamina a comenzar el segundo tiempo de su gobierno. Tal vez, algún día sepamos si las reformas que está propiciando estaban relacionadas con sus intuiciones. Y tal vez nos enteremos de que también iban en dirección opuesta. Si ello ocurre, será el momento de ratificar a Einstein, quien decía que "la única cosa realmente valiosa es la intuición".