Señor Director:
El obispo
Fernando Chomali en su nota de ayer desfigura, desgraciadamente, el debate que se lleva a cabo en el Congreso relativo al aborto. No es verdad -y el obispo lo sabe- que se esté discutiendo el "aborto libre". Lo que allí se discute es si la decisión de llevar adelante un embarazo de un feto inviable, que es producto de una violación o que pone en inminente peligro la vida de la madre, debe pertenecerle al Estado o a la mujer. ¿En qué sentido discutir esos tres casos trágicos equivale a debatir sobre el "aborto libre"? El obispo debiera explicar por qué deforma a tal extremo el debate.
Igualmente debiera pronunciarse si acaso llevar adelante un embarazo en esos casos equivale o no a un acto supererogatorio: un acto que puede ser bueno, pero que no es debido. Si decidir mantener el embarazo en esos casos es un acto supererogatorio (como lo es arriesgar la propia vida para salvar la ajena, o dar todos los bienes para aliviar el hambre de otros, donar un riñón o tolerar a extraños y alimentarlos en la propia casa), entonces el obispo debe concluir que no es lícito que en esos casos el Estado sustituya a la mujer en esa decisión. La doctrina de los actos supererogatorios -el obispo también lo sabe- es consistente con las enseñanzas de la Iglesia a la que él pertenece.
Carlos Peña