Contar en nuestra cartelera con una película como "La bicicleta verde" (aunque nos llegue algo atrasada) es uno de esos pequeños milagros que ocurren de tarde en tarde, para fortuna de los cinéfilos, que en plena época de Oscar pueden llegar a sentirse como extraterrestres.
Para decirlo de otro modo: aquí no hay muertos, venganzas, persecuciones ni grandes epopeyas o feroces denuncias a poderes intocables (ni una danza de millones de dólares por minuto de filmación).
Claro que con su relato sencillo, acotado e intimista, lo que consigue la directora y guionista saudita Haifaa Al-Mansour resulta más elocuente y eficaz que la más mediática y bulliciosa de las protestas.
En lo que es su opera prima , Haifa -que no desperdicia ni uno solo de los 98 minutos de metraje- se inspiró en su propia sobrina para crear a su protagonista, la encantadora Wadjda, una chica resuelta, despierta y vivaz que siempre encuentra una manera de eludir -dentro de lo posible- las rígidas normas de su colegio, su casa y su país.
Su carácter irreverente es imposible de morigerar, pero su mezcla de inocencia y agudeza desarma a cualquiera que pretenda entrarla en vereda.
Abdullah, un niño de su edad, vecino y amigo, tiene una bicicleta y cuando ella ve llegar a la tienda una de colores verdes se propone -con obstinación, como todo en ella- reunir el dinero para comprarla.
Mala idea: una mujer, por niña que sea, montando una bicicleta arriesga a lo menos su dignidad (lo que seguro incluye la remota opción de perder el himen, ¡lo peor!). Se lo advierten su madre, su profesora, la directora de su colegio y hasta el vendedor de la tienda. Solo Abdullah la anima.
La madre de Wadjda -una mujer joven y bella- está pasando por el difícil trance de sospechar, con no poco fundamento, que su marido probablemente está buscando una segunda esposa. Es que ella no ha podido darle un hijo. El padre, que aparece de vez en cuando por la casa, es muy cariñoso con Wadjda, pero, ¡vamos!, ella es una mujer, finalmente. Y una mujer no aparece en el árbol genealógico de una familia.
Desde los ojos de la chica se nos va abriendo el cotidiano de un país en el que coexisten con naturalidad la modernidad contemporánea con las tradiciones ancestrales más chocantes (para un occidental).
Esto es Raid, la capital de Arabia Saudita, un lugar donde hay malls , clínicas, consultorios, buenos colegios para las chicas. Varias mujeres -como la misma madre de Wadjda- trabajan como profesoras. Claro que como no les está permitido manejar, deben contratar un chofer para que las traslade. Y si en el mall pueden comprarse un seductor vestido rojo para lucir en alguna fiesta con el marido, no más asomarse a la calle no se desprenden del chador.
Las niñas, siempre con el velo cubriendo su cabeza. Y si en el patio donde juegan en el recreo pueden ser vistas por algún hombre que está haciendo cualquier cosa en un techo más o menos cercano, deben entrarse.
Las chicas, a escondidas de sus profesoras, cometen pecados como pintarse las uñas de los pies. El castigo es como en cualquier parte (esto no es "Malala" ni "Mandarinas").
El alegato feminista no está en ninguna línea del guión. Ni necesidad tiene. Tampoco la película reclama ostensiblemente contra la sumisión femenina inserta en los patrones de la cultura islámica y establecida por ley. Solo la muestra porque está ahí, en el día a día, para que las presencie el espectador (y reclame si le parece).
Haifaa, que se convirtió con este filme en la primera realizadora de cine árabe, debió dirigir desde una casa rodante con un monitor y dando instrucciones con un walkie-talkie porque las leyes de su país dicen que no puede ser vista en compañía de hombres (que no sean sus parientes cercanos: marido, padre, hermano).
No obstante lo anterior, lejos de ser un lamento, "La bicicleta verde" es una película luminosa -como su protagonista- con su no poco de humor, que finalmente resulta ser, en esencia, una bella historia madre-hija sobreviviendo a sus circunstancias.
Cierto: es inevitable que usted termine preguntándose qué pasará cuando la inteligente y rebelde Wadjda deje de ser una niña y se convierta en una mujer.
Pero eso es otra película.
(En Cine El Biógrafo).