La comunidad internacional no parece consciente de una eventual crisis humanitaria en Venezuela. La atención mundial sigue concentrada en el cortísimo plazo, en los conflictos políticos internos venezolanos, causados por el Presidente Maduro, quien se aferra al poder, se niega a liberar a los presos políticos y se rehúsa a alcanzar acuerdos con la oposición, que lo venciera por amplísima mayoría en las recientes elecciones parlamentarias.
Hay una dimensión económica alarmante y próxima de la trágica experiencia del socialismo del siglo XXI, legado chavista al Presidente Maduro. Con hiperinflación, desabastecimiento generalizado de alimentos, remedios y otros elementos esenciales; el Banco Central prácticamente sin reservas, e ingresos petroleros reducidos a menos de la mitad, la moratoria venezolana parece inevitable e inminente.
Maduro carece de los recursos para pagar la deuda externa y las importaciones de alimentos. Tendrá que optar entre unos y otros pagos, y aun así requerirá de la ayuda internacional, que será negada mientras permanezca con el poder absoluto y bajo su catastrófico modelo de gobierno. De no negociar, caerá en una suspensión unilateral de pagos, que lo expone a embargos de las exportaciones petroleras y de otros activos venezolanos en el exterior, incluso de los anticipos que se le exigirán a cambio de importaciones esenciales.
El pueblo venezolano ya está sufriendo gravísimas privaciones, que se intensificarán. Habrá probablemente migraciones de significación hacia el resto del continente, Chile incluido. Afectados externos y directos del colapso económico de Venezuela serán Cuba, principal beneficiario de los subsidios petroleros, y en menor medida, los aliados del Alba, entre los que se cuentan Bolivia y algunos caribeños, receptores de fondos venezolanos a cambio de su apoyo recíproco y por afinidad con el socialismo chavista. Los terroristas de las FARC y los narcotraficantes no contarán con un refugio. El comercio regional se resentirá moderadamente, en especial con Colombia y Brasil. China, Rusia y la banca internacional tendrán dificultades para cobrar los créditos y anticipos concedidos a Maduro.
Chile, bajo distintos gobiernos, se ha manifestado más bien indiferente a los sufrimientos que ha experimentado el pueblo venezolano. Al igual que el resto de la región, ya sea por temor a las represalias o por simple tolerancia, con su silencio favoreció en alguna medida la consolidación del chavismo. Es tiempo de que el gobierno chileno dé un giro solidario y manifieste resueltamente su preocupación por la situación de Venezuela y se prepare a contribuir con la ayuda externa que la comunidad internacional deberá aportar para evitar una crisis humanitaria en ese país. Ejemplar ha sido el Presidente Macri, que junto con asumir ha denunciado al régimen venezolano.