De cierta manera, algo de satisfacción me produjo que Santiago se despertara hediendo a basura quemada hace un par de semanas. Algo de democrática justicia se repartía con la brisa pestilente recordándonos que la ciudad no es un cuerpo glorioso y que está lejos, pero muy lejos de serlo. Esperaba también un gran escándalo. Esperaba que el incendio de la alfombra, bajo la que escondemos nuestra nula capacidad de manejar residuos, quedara como una herida abierta y se tomara el debate público. Era la oportunidad de que la catástrofe se produjera en el centro del centralismo, que todos los medios pusieran en evidencia que la basura nos llega al cuello y que se enmendara el rumbo.
Debemos reducir nuestra producción de residuos ahora mismo. Miles de ciudadanos reciclamos una parte de nuestros desechos haciendo ingeniosas piruetas -porque en Chile no sale fácil- y confiamos ciegamente en que más allá del Punto Limpio se extiende la promesa de un ciclo verde y virtuoso. Por otra parte, tenemos a muchos empresarios que incorporan con decisión materia prima reciclada en sus productos y hay clientes dispuestos a darles su preferencia. Todo sirve, pero no es suficiente: un sistema sostenido en el voluntariado, es como un grupo de hormigas tratando de estrangular un elefante. Y en el debate político pareciera que solo importa si se abren o clausuran vertederos, esas gigantes alfombras con que apenas se cubre a un paquidermo de residuos que crece y crece.
El manejo de la basura debe resolverse a escala regional y el reciclaje, a escala nacional. El país necesita leyes severas que obliguen a reutilizar los desechos. Ya no bastan las buenas iniciativas de heroicos grupúsculos verdes ni las campañas de uno que otro municipio con capacidad ociosa. Necesita montarse un complejo encadenamiento que involucre a la ciudadanía, a la producción y al comercio. Una política nacional de reciclaje ahora. Mal que mal, estamos tratando con un problema de escala planetaria y estamos llegando tarde.
El manejo de la basura debe resolverse a escala regional y el reciclaje, a escala nacional. El país necesita leyes severas que obliguen a reutilizar los desechos.