Con la azarosa y dramática vida de Irène Némirovsky, la autora de la reconocida y popular "Suite Francesa", novela en la que se inspira esta película, se podría elaborar el más rico y complejo de los relatos.
Ya lo que informa el prólogo de Myriam Anissimov para Ediciones Salamandra de 2005 es suficientemente elocuente.
Conocer estos detalles de su vida contribuye a entender cómo es que Némirovsky logra -allí donde se suelen elaborar historias maniqueas a más no poder- construir personajes y situaciones llenos de matices, contradicciones y ambigüedades.
Más aún tratándose de esta obra: el manuscrito fue conservado por sus pequeñas hijas mientras huían de los nazis y su madre ya se hallaba en Auschwitz, donde murió en 1942. Ya mayores, una de ellas se dio a la tarea de mecanografiarlo y enviarlo a la editorial.
La película de Saul Dibb (lamentablemente hablada en inglés, en lugar de francés) se concentra en el pueblo de Bussy. Es 1940 y aunque sus habitantes han escuchado lo que ocurre en París, suponen (quieren suponer) que la guerra está allá, lejos.
La altanera y fría Madame Angellier (Kristin Scott-Thomas, siempre descollante) arrastra a su nuera, Lucile (Michelle Williams), a su recorrido habitual: cobrar la renta a los granjeros que arriendan sus tierras. Gaston, el marido de Lucile, está en el frente, razón suficiente para que su suegra le impida a su nuera tocar el piano que le ha regalado su padre.
Pero la guerra sí llegará, y muy pronto, al pueblo y a las hermosas casonas, como las de Madame. Primero serán familias completas huyendo desesperadas de los bombardeos de París, luego serán algunos aviones que dejarán caer su carga y enseguida, un regimiento alemán que no solo se tomará el pueblo, sino que sus oficiales se convertirán en "huéspedes" asignados, según sus rangos, en distintos hogares.
Nadie adivina lo que se viene: se habla de armisticio (lo que nadie confirma) y la ocupación de Bussy se hace en cierta forma con la colaboración de las autoridades locales.
El teniente Bruno von Falk (Matthias Schoenaerts) será quien se instale en la mansión de Madame Angellier, quien, si bien no disimula su disgusto -su rostro agrio es habitual- es lo suficientemente pragmática como para decidir que no hay mucho que hacer al respecto.
Von Falk resulta ser un tipo culto, de buenos modales, amable. Con asombro, Lucile descubre que el indeseado inquilino toca piano y que antes de convertirse en un soldado de la Wehrmacht era un compositor.
Aunque toda la situación es irregular, en rigor nada altera las maneras de ser de cada quien: Madame Angellier sigue practicando su avaricia; el alcalde y vizconde y su esposa exigen que se respeten sus privilegios; alguna mujer se divierte con algún invasor; un granjero no resiste la indignidad y planea lo imposible. Lo mismo ocurre entre los alemanes. La convivencia entrelaza distintas personalidades y caracteres, en uno y otro bando.
La condición humana se evidencia en toda su diversidad. Hay mezquindad y generosidad en ambos frentes. Y todo ello es posible de observar gracias al despliegue de un amplio y variado elenco de ricos personajes secundarios.
La puesta en escena y el diseño de la producción denotan un trabajo cuidadoso y detallista. Y el inevitablemente bucólico escenario se filma con delicadeza, mientras la tensión sube casi imperceptible. Una tensión que ya está instalada en el pueblo -entre chismorreos, resentimientos y pequeñeces- y en la propia casa de Madame Angellier antes de la llegada de los invasores.
El desconcierto, la incertidumbre, las frustraciones acalladas y la ambigüedad tienen su correlato en el romance imposible que apenas llega a manifestarse entre Von Falk y Lucile.
"Suite francesa" es un drama de tratamiento clásico y lineal, una película más bien íntima, humana, cuyo mayor mérito está en conseguir evidenciar aquello que Némirovsky afirma en su novela: "Si quieres conocer a la gente, empieza una guerra".
En caso que la haya leído, no haga tal de hacer comparaciones: no solo porque son distintos lenguajes, sino porque la película recoge de la novela una parte bastante acotada de ella para armar su relato.
Si les está haciendo el quite a las grandes producciones hollywoodenses, esta es su película.
(En Cartelera).