Savages - "Adore life"
Incluso diez meses antes de que Savages lanzara su álbum debut "Silence yourself" (2013), la periodista de The Observer, Kate Mossman, las tildó de "lo más cercano al arte del post punk ofrecido en mucho tiempo". Tres temporadas y media después de tal cortesía, el cuarteto londinense liderado por la vocalista Jehnny Beth vuelve a probarse la corona con "Adore life", su segundo trabajo discográfico, una bomba de vitalidad que corre a velocidad frenética, al ritmo de la oscuridad del bajo de Ayse Hassan, la guitarra punzante de Gemma Thompson y la clase de Fay Milton tras la batería.
Porque el combo británico desata una energía que se torna incontrolable en los desenlaces de "Evil" y "T.I.W.Y.G." -con unos pequeños guiños a "New noise" de Refused-; añade una libertad explosiva en los falsetes de su frontwoman en "I need something new", tanto como en el bajo incendiario que se fuga hacia el stoner rock; pero descansa en la belleza minimalista de "Adore", donde la cantante expone la urgencia de la vida y la humanidad que hay detrás, como sacada del catálogo de Morrissey y de las gemas del post rock.
Lujurioso en "The answer" -"Duerme conmigo y aún seremos amigos. El amor es la respuesta"- y romántico en "Mechanics" -"Cuando estoy contigo quiero hacer todas las cosas que nunca hice"-, "Adore life" es un disco que expresa los distintos caminos del amor, y desde allí se llena de vida. "Sería maravilloso habitar un mundo en el que pertenecer a un grupo enteramente femenino no fuese un elemento a destacar", dijo Gemma Thompson en una entrevista. Y con esa calidez, ya lo han conseguido.
Cleopatras - "Cleopatras"
Un mito del underground chileno de la segunda mitad de los años 80, que después de casi tres décadas vuelve tangible a su obra. Cleopatras, el cuarteto concebido por la actriz Patricia Rivadeneira, desde las entrañas de las performances del artista independiente Vicente Ruiz, reclutando a las bailarinas Tahía Gómez y Cecilia Aguayo -tecladista de Los Prisioneros durante la promoción del disco "Corazones" (1990)-, además de la diseñadora Jacqueline Fresard -ex esposa de Jorge González-, libera un álbum extraído de otra época, contemporáneo al new wave y el sonido análogo.
Entre audios de guiones recitados en sus shows en vivo, "Cleopatras" transita entre el tecno pop programado de Pet Shop Boys en "Cambia" y "Palabras altaneras" y la espectacularidad de los arreglos industriales en "Noche". E incluye una sucia reversión de "Corazones rojos", donde la voz de "Paramar" altera el "¡Hey, mujeres!" por "¡Hey, Cleopatras!"; como el reflejo de la reivindicación del feminismo, en una sociedad patriarcal que parece no haber mutado demasiado entre la grabación de las cintas y la publicación del disco.
Con el propio González como el compositor principal del álbum y Uwe Schmidt en la restauración de las canciones -que trabajó junto a Aguayo sobre casetes dañados y VHS-, el debut homónimo de "Cleopatras" se vuelve una obra trascendental. El inicio de un germen que alejó al ex líder de Los Prisioneros de la dinámica del trío y que decantó en una generación que abrazó ese nuevo sonido dándole un sello personal. Un déjà vu de Dënver, Alex Anwandter y Javiera Mena.