De película. No hay otra forma de resumir el término del año más exitoso en la historia de nuestra selección de futbol. No faltó nada: escenas en casinos, Ferrari chocado, título histórico, millones de dólares, paraísos fiscales, problemas con impuestos, FBI, testigos protegidos en Miami, un rehén en Chile (¡qué cara de palo!) y un final lleno de suspenso, pero con solo un resultado posible: la búsqueda de un nuevo director técnico (DT) nacional.
Pero al mal tiempo buena cara. Quizás estemos frente a una oportunidad histórica. En una de esas podemos aprovechar los nuevos vientos que azotan a Chile y remecer hasta los más profundos cimientos de nuestra abusada selección.
Podríamos partir, por ejemplo, con algo que puede pasar desapercibido, pero seguro irrita a muchos hinchas locales. Es que luego de todos los esfuerzos para erradicar la selección por mérito de nuestro sistema educativo, ¿por qué continuar validando el concepto en el contexto de la "selección"? Así que para no meterles ideas raras a nuestros niños, de ahora en adelante hablemos del "equipo" nacional, mucho más políticamente correcto. E incluso mejor, reemplacemos "nacional" con "popular", de modo que a las farmacias populares, supermercados populares, y a todo lo "popular" que se nos ocurra en el futuro, sumemos el "equipo popular".
Despejado el tema del nombre, vamos al nuevo DT. Tenemos que ser muy cuidadosos en su contratación. No cometamos los errores del pasado. Si algo aprendimos del caso del Sr. Sampaoli, es que tenemos que impedir a como dé lugar que el entrenador lucre con el "equipo popular". Por eso el Ministerio del Deporte debe conformar a la brevedad una comisión de expertos compuesta por al menos un representante del sindicato de futbolistas, para que determine los términos del contrato de trabajo, incluyendo el sueldo justo del próximo técnico.
¿Y por qué detenerse en el DT? Revisemos también la política de premios de los jugadores para que ellos tampoco lucren con la Roja, cortemos a los abusivos auspiciadores y que el Estado se haga cargo del financiamiento del equipo, hagamos que las entradas a los partidos de las eliminatorias sean gratuitas y utilicemos loterías para asignarlas, impongamos cuotas en el equipo titular para jugadores de la liga local, y sigamos el ejemplo argentino y estaticemos los derechos de emisión de los partidos.
Luego de haberse coronado campeón de América, Chile puede experimentar con un nuevo modelo. Pues nadie duda de que el hincha preferirá, por ejemplo, un DT que busque "un proyecto social" por sobre uno ambicioso movido por el vil dinero. ¿Y si el "equipo popular" es menos exitoso que la "selección nacional"? No importa, pues la gente está dispuesta a sacrificar logros con tal de que se destierre el mercado. Total ya ganamos la Copa América. ¿Para qué promover la ambición por más títulos? La mayoría está de acuerdo, ¿cierto?