"Inside Job" (Oscar por Mejor Documental 2011) desmenuzó hasta el hueso la crisis subprime que terminó de reventar en 2008 y que dejara tambaleando no solo a Estados Unidos sino, globalización mediante, a prácticamente el mundo entero (partiendo por Islandia, país que el extraordinario trabajo de Charles Ferguson comienza por analizar).
"La gran apuesta" ("The big short", basada en el best seller de Michael Lewis y que está nominada a los Oscar como Mejor Película) vuelve sobre esta catástrofe económica para narrarla como una comedia negra, ácida y por momentos absurda, con singulares personajes, seres situados en los bordes de las inmensas empresas -bancos, aseguradoras- que ganaron millones de millones de dólares creando esta burbuja, en un sistema desregulado hasta lo inverosímil.
A principios de 2000, cuando en Wall Street el dinero llovía en una danza de papeles, créditos fáciles y bonos basura, nadie parecía ver lo que se venía. Excepto por un grupito de sujetos, no relacionados entre sí, que escarbando en lo que nadie lee (como las hipotecas) se encontraron con el tsunami en formación.
Michael Burry (Christian Bale, nominado al Oscar 2016 por Mejor Actor de Reparto), un tipo excéntrico que dejó la medicina para dirigir un fondo de capital, siempre encerrado en su oficina, con shorts y escuchando heavy metal a todo volumen; Mark Baum (Steve Carrell); Jared Vennet (Ryan Gosling), que hace de narrador; y Charlie y Jamie, dos chicos californianos tratando de dar el palo al gato, descubren que pueden hacer un gran negocio apostando en "contra". A estos dos últimos les ayuda Ben Rickert (Brad Pitt), un ex hombre de finanzas que, asqueado con lo que presenció, ha dejado ese mundo, pero mantiene sus contactos.
"La gran apuesta" (dirigida por Adam McKay, formado en "Saturday Night Live" y quien también está nominado en los Premios Oscar en su categoría) no teme romper las convenciones y, por ejemplo, detiene el relato para decirnos que Selena Gómez (sí, la cantante) nos explicará cómo es que se arma esta burbuja, con peras y manzanas (en realidad, con fichas de casino, en una ruleta).
Como escribiera el Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz ("La gran brecha"), era una época en que "se despachaban créditos y se ponían hipotecas de alto riesgo a disposición de cualquiera que no estuviera con respiración asistida". Concepto que en la película a uno le ilustran en una cómica escena en que una stripper , mientras se contornea en su caño, cuenta la cantidad de propiedades y tarjetas de crédito que posee (en realidad, la deuda que tiene).
Sí, se colocaban créditos entre gente sin empleo y sin ingresos.
Igualmente iluminadora -y risible- es la visita que Charlie y Jamie hacen a una de las Aseguradoras de Riesgo, en que la mujer que los atiende termina confesándoles que sí, que le dio triple A a los bonos basura de tal banco porque si le bajase la clasificación, simplemente su cliente (el banco) se le iría a la competencia. (Había tres clasificadoras de riesgo, cuyo servicio era pagado por los mismos bancos).
O cuando uno de los jóvenes, en sus indagaciones va a conversar con una pariente -instalada en una piscina- que trabaja en la SEC (algo así como nuestra Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras) y le pregunta si no se han dado cuenta de lo que está ocurriendo con los créditos hipotecarios. "No lo investigamos", le responde ella mientras toma el sol. "Nos redujeron el presupuesto y cerramos ese departamento", le espeta.
La voz en off nos recordará que "la gente elige a sus autoridades porque le parecen familiares" y que "la verdad es como la poesía. Y la mayoría de la gente odia la poesía".
"La gran apuesta" nos lanza más que un par de verdades nada agradables, pero lo hace de manera tan sorprendente (la última escena es delirante) que uno no puede creer que se haya reído y lo haya pasado genial viéndola.
Si quiere -y si no irá a verla acompañado/a por un/a economista o similar- googlee palabras como swap y CDO, revise el libro de Stiglitz o vea "Inside Job". Precisamente, porque el asunto es engorroso para la gran mayoría, es que se armó este Armagedón. Pero no es indispensable: lo esencial se le aparecerá diáfano.
(En cartelera).