Hay una diferencia abismal entre las expresiones "chileno roto" y "Roto Chileno". La primera es un insulto, despectivo y clasista; la segunda es una exaltación de valores patrios, que recuerda que el 20 de enero de 1839, soldados humildes pero corajudos, al mando de Manuel Bulnes, protagonizaron la gesta victoriosa conocida como la Batalla de Yungay.
En torno a esto, el Barrio Yungay de la capital, lleno de tradiciones, organiza cada año un sinfín de actividades vecinales de gran convocatoria. Desde hace ya tres años, la Usach se ha plegado a estas fiestas urbanas, a través de su Orquesta Clásica, dirigida por Nicolas Rauss. Una actitud noble y loable, carente de paternalismo. La orquesta se incorpora con lo que sabe hacer: Beethoven, Soro o Dvorak. El entusiasta y agradecido público, que el miércoles repletó el Teatro Novedades, así lo entendió y ovacionó de pie a la orquesta y a su director.
El programa incluyó la Segunda Sinfonía de Beethoven, los "Aires Chilenos", de Enrique Soro; una Polka de la "Suite Checa" de Dvorak, y una orquestación de Washington Castro para la pieza pianística "Santa Fe antiguo", del argentino Carlos Guastavino.
La novedad absoluta fue la forma de presentar las obras. Los movimientos de la Sinfonía no fueron interpretados de corrido, sino alternándose con las otras piezas del programa. Esto, que para las costumbres de hoy podría parecer aberrante, hace olvidar que en el pasado eran hábitos que permitían meter de contrabando una breve ópera bufa entre acto y acto de una ópera seria, o que el propio Mozart celebraba que, en la mitad de un movimiento, el público manifestara su aprobación con aplausos en un determinado pasaje. La propuesta de Rauss es todo lo opinable que se quiera, pero nos deja pensando en cuán rígidas han llegado a ser las liturgias de un concierto.
La orquesta evidenció una vez más sus virtudes: afinación, disciplina, sedoso sonido de las cuerdas, limpio ensamble de las maderas, bronces y timbal, precisos y discretos, nunca atentando contra el equilibrio del conjunto. Junto a los méritos individuales de los músicos, sin dudas la sabia mano de Rauss es la responsable de esta calidad.
Para que la fiesta de "El Roto Chileno" estuviera completa, la orquesta, fuera de programa , ofreció un atractivo arreglo de Julio Retamal de "Pregones para iluminarse", de Los Jaivas.