En el año en que se conmemoran los 4 siglos de la muerte de William Shakespeare y a instancias del Festival Santiago a Mil, "31 minutos" -la emblemática serie infantil televisiva que sigue siendo de culto pese a que ya no se da por TV- ingresa al mundo de la 'gran cultura' con el estreno en vivo de su versión 'exageradamente libre' para 'indignar a los eruditos y confundir a los ignorantes', de la tragedia romántica por excelencia del Cisne de Avon. Y como se esperaba, el resultado -con dramaturgia y dirección de Álvaro Díaz y Pedro Peirano, sus creativos clave- es una fiesta popular que recorre distintas comunas en forma gratuita.
Es, desde luego, teatro de títeres dirigido a un público masivo, para lo cual la representación se apoya con dos enormes pantallas a cada lado del 'teatrino' para mejorar la visión distante de los pequeños muñecos de guante. Que en 55 minutos pone a los personajes del poco digno telenoticiero original, a organizar una representación harto improvisada y delirante de la conocida historia de amor desencontrado. El objetivo es que el reportero estrella Juan Carlos Bodoque salde sus deudas de juego con un terrible acreedor que adora la obra. La coqueta Patana y el distraído Mario Hugo, también reporteros, se hacen cargo de los roles titulares, y el mismísimo Shakespeare (Bodoque) narra y comenta la acción desde una ventana de la gran biblioteca que simula el telón de boca.
Funciona como una parodia absurda que respeta las líneas más generales de la intriga, aunque sintetizándola a sus personajes y giros imprescindibles. El texto cita algunos diálogos de la pieza, e inventa un nuevo impensable desenlace. Como es habitual en "31 minutos", el tono es ingenuo pero de manera algo engañosa, porque al mismo tiempo contiene bien dosificados arranques de humor socarrón y puntudo para delicia de los mayores. Aun así la irreverencia con que se burla de toda solemnidad trágica y los chistes hacia el autor y su obra, nunca dejan de ser amables.
La ocasión ameritaba que el esfuerzo tuviera categoría de superproducción, lo que evidencia el impresionante y bonito despliegue escenográfico con frecuentes y coloridos cambios de decorado, más efectos de tramoya e iluminación, extras y figurantes (como los gusanos del mausoleo). La maquinaria interna del montaje es, sin duda, la más compleja que jamás haya enfrentado el equipo (9 titiriteros). Para los 'fans' que lo exigen, hay también 8 nuevas canciones compuestas especialmente, que acompañan dos músicos a la vista en primer plano.
En Rancagua el sábado 16; Peñalolén jueves 21; Las Condes sábado 23, y Plaza de la Constitución el día domingo 24.