Si al prolífico Javier Daulte se le admira en el teatro porteño actual como uno de sus talentos mayores, se debe a que escenificando sus propias fabulaciones se erige en un mago de las tablas capaz de crear sobre ellas ficciones fantásticas que hace posibles y verosímiles. En Buenos Aires hemos visto obras suyas que nos convencieron de que sí existen fantasmas, androides y realidades paralelas. Aquí se han montado algunas con logros inferiores a los originales ("Estás ahí", por ejemplo, en 2008).
Claro que nadie puede ser tan brillante todo el tiempo. "Personitas", que abre el desfile de la nutrida delegación argentina en Santiago a Mil, está por cierto mucho mejor que la fallida "Un espectáculo feroz", que vimos allá en 2009 (y cuya reciente versión criolla fue igual de ineficaz). Pero aunque deja que desear, la ventaja de este estreno independiente de 2014 en el circuito alternativo porteño, es que tiene mucho ingenio y bajo la dirección de su autor, se despliega con gran oficio. Su ejecución por un grupo de prestigiados actores que suele acompañar a Daulte en sus proyectos, y que el público local ya conoce bien, es muy competente. Por lo demás, el texto fue escrito pensando en ellos.
En los 80 minutos que se toma, la narración funciona a dos bandas. Por un lado es una historia prodigiosa en que una modesta familia mantiene cautiva en su garaje a una multitud de seres minúsculos como salidos de "Gulliver en el país de Lilliput" (pero que quizás llegaron en una nave espacial colapsada). Por otro, ofrece el retrato de esos tres hermanos cincuentones que viven aislados en su hogar e hicieron de él su mundo privado. Ellos observan y estudian el comportamiento de sus singulares huéspedes sintiendo que gobiernan los destinos de ese universo diminuto como si fueran sus dioses. Aparece también una niña inquieta y misteriosa obsesionada con la existencia de un ser superior, y un visitante, novio probable de una de las hermanas, que viene a romper el precario equilibrio de esa situación.
Si bien la invención prodigiosa seduce, por largos tramos el desarrollo se olvida de los enanitos, que están ahí en primer plano frente a nosotros metidos en unos cajones. El relato se concentra más bien en los personajes a la vista, predominando el tono de un melodrama o comedia de costumbres con alguna cuota de delirio. Llega a sugerir que tal vez las pequeñas criaturas no existen realmente, son solo imaginadas por esa familia algo extravagante y desquiciada. Y que a lo mejor las verdaderas 'personitas' son los solitarios hermanos disfuncionales, incapaces por ingenuos y desprotegidos, de enfrentar la vida exterior.
No es que no despierte interés. Al contrario. Lo desafortunado es que contenga tantas ideas tan estimulantes, que quedan flotando en el aire sin redondearse.
Teatro Antonio Varas, desde mañana al sábado 9. A las 21 horas.